Ante la creciente competencia y la disminución en los rendimientos de los activos, muchas empresas recurren a iniciativas de corto plazo (como la reducción de costes) que, aunque pueden ofrecer un pronto alivio temporal, no son una estrategia a largo plazo.
Un reciente estudio Deloitte analizó a más de 75 empresas para determinar la clave diferenciadora de sus operaciones estratégicas y determinó que para hacer frente a la creciente presión de rendimientos, las empresas deben aprovechar el único recurso con potencial ilimitado: su talento.
Las acciones implementadas con el fin de mejorar aprendizaje de los empleados y el desarrollo del talento, son una forma eficaz y sostenible de acelerar la mejora del rendimiento a nivel de equipo, de organización y de los ecosistemas individuales.
Del estudio se desprende que el rediseño del ambiente de trabajo es clave para lograr una mejora del rendimiento sostenible en el futuro. El ambiente de trabajo debe ser rediseñado con tres objetivos:
1) Definir desafíos de alto impacto: ayudar a los trabajadores a centrarse en las áreas de mayor impacto, el aprendizaje y la mejora sostenible.
2) Fortalecer las conexiones de alto impacto: que los trabajadores puedan conectar con la gente que importa, dentro y fuera de la organización.
3) Amplificar el impacto: aumentar la posibilidad de que el trabajador tenga un mayor impacto en la operación de la empresa, mediante una adecuada infraestructura.