Como bien dijo Deng Xiaoping, el celebre líder chino que cambió la historia del país más grande de la tierra: “no importa si el gato es blanco o negro siempre que cace ratones”. Eso precisamente ocurre con las técnicas que pretenden generar ideas, innovación y buena comunicación para promover productos y/o servicios ante los consumidores.
Se sabe que la técnica es el conjunto de procedimientos que utiliza la ciencia o un arte para sus aplicaciones practicas. Asimismo, se dice de la habilidad que se tiene para utilizar dichos procedimientos. En este sentido, las técnicas codifican y estructuran un conjunto de recursos que sirven para producir objetos al servicio de una necesidad o idea. También indican la destreza necesaria para hacerla visible y real.
Por ende, no es menester alentar ni esperar la llegada de una de las nueve musas inspiradoras del Parnaso para crear una campaña de publicidad o comunicación, inventar una marca o imaginar una gráfica. Más bien, como decía Borges, “se trata de sentir el lento descubrimiento de un tema” luego de sudar por un tiempo la camiseta.
Las técnicas pueden ser lineales o intuitivas. Las primeras son propias del quehacer científico, se basan en sólidos procesos lógicos que se siguen a partir de un hallazgo intuitivo. Las intuitivas insisten en que la lógica, sin emoción ni intuición, terminan siendo irracionales. Las técnicas divergentes valorizan las vivencias y el inconsciente. Esta es la materia prima que estimula el nacimiento de una idea o un nuevo hallazgo ante nuestra realidad.
Evidentemente, las técnicas no son instrumentos neutros, presuponen una concepción de lo creativo, sea como un don o como un ejercicio. También presupone una estructura determinada del proceso de creatividad, como es el caso del modo de concebir la innovación por parte de Peter Drucker.