En casi todos los foros empresariales se discute ampliamente sobre la importancia de fortalecer las habilidades de liderazgo de los puestos de jefatura, sin embargo, hay un concepto que para mí es vital y muy pocas veces se utiliza con la fuerza que merece: Saber reír en forma abundante y contagiosa.
Los grandes líderes, los que mueven montañas, son verdaderos expertos en encender pasiones e inspiran lo mejor de cada uno de sus seguidores. Sin duda alguna, ellos saben trabajar a través de las emociones de sus discípulos.
El sicólogo y padre del concepto de Inteligencia Emocional, Daniel Goleman, descubrió que el buen humor tiene implicaciones directas en los resultados de los negocios porque promueven el estado de “ Flow ”, lo que estimula la cooperación de la gente, en un ambiente agradable y de buen desempeño.
El estado de “ Flow ” se caracteriza porque el cerebro trabaja focalizadamente y gasta un mínimo de energía, lo cual hace que, aunque sea una tarea difícil, este siente que es sencilla, agradable y no fatigante.
La risa demuestra el poder del “Circuito Abierto” (que, de acuerdo con la Ley de Ohm, tiene una resistencia muy pequeña y, por lo tanto, la corriente tenderá al infinito) combinado con la naturaleza contagiosa de las emociones. Es una de las formas más poderosas y directas para hacer conexiones resonantes de cerebro a cerebro. Usar el humor con arte y oportunidad tipifica el liderazgo efectivo.
No hay nada más sabroso que trabajar en un ambiente de alegría, de humor y donde todos disfrutamos de la sensación de que lo que hacemos es divertido. Esto no implica perder la necesaria rigurosidad, la exigencia, las metas ni el compromiso de los colaboradores. La única diferencia es que podemos lograrlo en un ambiente mucho más agradable.