Se requiere de una gran habilidad y seguridad en sí mismo para que un líder sepa cómo y cuando recuperar a una oveja que se ha descarriado. El no hacerlo de forma oportuna, es otro de los errores comunes de los líderes.
Las razones para tener un colaborador desmotivado son muchas. Van desde sus propios problemas personales ajenos al trabajo, hasta resentimientos por malos entendidos o simplemente por esperar más de lo que la organización realmente le puede dar.
Por lo general, una persona en estas condiciones empieza a bajar su rendimiento o a presentar comportamientos que no son los esperados y, en consecuencia, comienza a llamar negativamente la atención, no solo de sus superiores, sino que muchas veces la de sus compañeros de trabajo.
La reacción más sencilla puede ser desde una amonestación verbal o escrita, hasta el despido mismo. Sin embargo, con esta respuesta, la empresa puede estar perdiendo un talento que sabe como manejarse en nuestra cultura, que tiene los conocimientos y las habilidades necesarias porque la empresa invirtió en su formación, pero que ahora simplemente está pasando por un mal momento.
Lamentablemente son pocos los líderes que tienen la frialdad necesaria para reunir información que le permita demostrar, objetivamente, si su bajo rendimiento es aparente o real y si es una persona que tiene la madera necesaria para salir adelante, aún en las peores circunstancias. Si es real y vale la pena, es deber de un buen líder saber encontrar el momento oportuno y la forma adecuada para tender opciones para recuperar al caído.
Con objetividad, escucha empática y sobre todo con la valiente decisión de demostrarle confianza auténtica cuando muchos se la negarían, un buen líder debe poder recuperar a un seguidor y evitar caer en lo que Covey llamó un “pierdo-pierdes”.