Seguir hablando de cambios da cierto temor pero puede hacer bien al sector empresarial e institucional. Mas allá de las interpretaciones necesarias de cada momento, los cambios traen consigo la sana presión por sacar a relucir ideas esencialmente nuestras.
Recitar y aprender de memoria recetas generales no reemplazará nunca la necesaria imaginación del que debe ejecutar un plan de mercadeo en estos tiempos.
Producto de la experiencia se puede inferir que el consumo es fuente de la movilización económica que se necesita para salir adelante como sociedad y que la publicidad es un motor indispensable para influir sobre la coyuntura, pero ello no implica ignorar la realidad del consumidor.
Por eso es indispensable acercarse con creatividad a los mensajes que llevan consigo aspectos positivos y que promueven la confianza en nosotros mismos, con un sentido de pertenencia e identidad.
Las ofertas y promociones pueden llevar implícita una recomendación para fomentar la convicción colectiva de economizar o consejos externos al producto o servicio anunciado que acompañen a sus clientes a asimilar el nuevo entorno y le permitan cubrir necesidades sin disminuir su satisfacción.
La publicidad que se haga ahora puede identificarse con la vida cotidiana del consumidor como fieles reflexiones de una situación, siendo esperanzadora.
Para hacer estas nuevas estrategias de comunicación también hay que atreverse a salir de la lógica de un pensamiento racional.