Usualmente en esta época, las empresas valoran los resultados anuales obtenidos y los accionistas evalúan el desempeño de su director general y los ejecutivos. Para ello, deben haber identificado previamente qué le genera valor a la empresa de acuerdo con su estrategia y haber establecido las métricas para su seguimiento durante el año.
Aunque suene sencillo, muchas empresas no logran identificar sus impulsores de valor; les cuesta lograr un balance entre indicadores que reflejan el valor alcanzado y aquellos que lo impulsan. Los primeros, usualmente métricas financieras tradicionales, una vez conocidas ya es muy tarde para tomar acción y no explican por sí solas el porqué de los resultados. Pero si se usan acompañadas de indicadores que impulsan el valor de la empresa, nos dan una guía para corregir su desempeño. Tomemos por ejemplo indicadores como percepción de clientes, calidad, rentabilidad por producto o retención de personal clave, con los que además de desarrollar una capacidad predictiva, se puede profundizar en los factores causales.
¿Cómo podemos saber que el Grupo Ejecutivo ha establecido un conjunto balanceado de métricas, con suficientes indicadores vinculados a los generadores de valor? Examinando el proceso utilizado y cuán alineado está con la estrategia de la compañía y sus planes tácticos que van evolucionando en el tiempo; y sin embargo, el sistema de medición no los acompaña y se torna obsoleto.
¿Cómo podemos asegurar que el sistema de evaluación ejecutiva motivará a la organización hacia el logro de las metas? Desarrollando un sistema de información robusto que distribuya periódicamente los resultados de las métricas establecidas, y vinculando el logro de las metas con un sistema de reconocimiento y recompensas que estimulará valores y conductas en el personal dándole sostenibilidad a una cultura organizacional enfocada en logros.