La pyme costarricense Autotransportes Ojo de Agua S.A. nació hace 15 años como uno de los encadenamientos generados por la llegada al país de la corporación de alta tecnología Intel.
Ojo de Agua llegó a operar 24 rutas para transportar a gran parte de los 2.700 empleados de la compañía entre sus tres sedes en Heredia (planta de manufactura en Belén, Ultrapark y America Free Zone) y sus lugares de residencia como Cartago, Tres Ríos, Desamparados, Guadalupe y San Ramón, entre otros.
Según Adriana Sánchez, encargada financiera esta empresa –de 17 empleados–, desde un inicio, Intel ha representado el 100% de sus ingresos.
El cierre de la planta local de manufactura y prueba de la multinacional, anunciado oficialmente el pasado martes y que se concretará completamente a final de año, le plantea un importante desafío tanto a esta firma como a otras 300 empresas pequeñas, medianas y grandes.
“Esperamos que el trabajo con Intel nos abra las puertas de otras empresas, gracias a la experiencia y la calidad que la corporación nos demandaba”, comenta Sánchez, quien espera que algunas rutas se mantengan para atender a varias de las 1.200 personas que seguirán laborando en Intel.
Mientras tanto, para Fortech, suplidora de productos químicos de la planta de Intel, la experiencia no es nueva. En 1999, su principal cliente, la fábrica de teléfonos Motorola Centroamérica, abandonó la operación del país.
De acuerdo con el gerente general, Guillermo Pereira, la firma aprendió la lección, se diversificó y hoy la salida parcial de Intel, les afectará en un 15% de las ventas. El resto de sus clientes pertenece al sector de dispositivos médicos, uno de los de mayor crecimiento en Costa Rica.
“Estos proveedores locales no trabajan solo para Intel necesariamente. Somos un cliente para ellos, pero no dependen solamente de nosotros en la mayoría de los casos”, asegura Mike Forrest, gerente general de Intel Costa Rica.
Según estudios del Banco Mundial y de la consultora Cefsa, en los últimos años, la transnacional ha hecho compras a suplidores costarricenses que oscilan entre los $50 y $150 millones anuales, y se estima incluyen 2.000 empleos indirectos. Solo en el 2012, la compañía realizó compras por $62,7 millones a 105 proveedores.
EF se dio a la tarea de consultar a unas 15 de estas empresas (nacionales, internacionales, grandes y pymes) y entre las que contestaron –algunas de forma anónima, debido a acuerdos de confidencialidad–, el balance indica que se trata de un golpe significativo, pero superable.
“Todavía hay parte de la operación que se queda, y necesitamos determinar cuáles proveedores estaban únicamente relacionados de manera directa con la fábrica y cuáles no. Además, el proceso de cerrar la fábrica tomará algunos meses; no vamos a cerrar mañana, y necesitamos negociar con ellos cómo asegurar el soporte continuo en este proceso”, agregó Forrest.
A pesar de esto, el impacto no es despreciable, y en los próximos meses afectaría desde centros de oficinas, donde la empresa mantiene otras áreas de negocio, hasta el alquiler de residencias por parte de sus empleados en el cantón de Belén en Heredia y la facturación del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
Unos se van, otros se quedan
Karla Blanco, directora de Relaciones Corporativas de Intel, informó que la mayor parte de los proveedores están vinculados a servicios de cafetería, alimentación, seguridad, limpieza y jardinería, todas necesidades que se mantendrían, pero en menor escala, si el plan de centralizar operaciones en su terreno de 52 hectáreas en Belén prospera.
Por ejemplo, los dos puestos de la cadena de restaurantes de comida rápida Subway, que operan en el terreno de la planta, seguirían funcionando o, al menos, parcialmente. Isidro Perera, gerente general de la marca en el país, aseguró desconocer los alcances de la salida para su representada, pero no prevé mayor impacto, pues podría colocar al personal de esos puntos en otros.
Asimismo, el representante de una de las agencias de seguridad que custodian varios sectores de la fábrica y cuyo nombre se mantendrá anónimo, tampoco estimó gran impacto y señaló que reubicaría a los más de 10 empleados que mantiene allí.
Por su parte, Distribuidora Larce, proveedor de montacargas eléctricos y su respectivo mantenimiento en Intel, dejará de percibir un 3% de su facturación anual a partir del cierre de la planta.
La mayor preocupación de Rodrigo Mora, gerente de servicios de esta pyme, es conseguir nuevos contratos para las cuatro personas que trabajan permanentemente en la instalación de Belén.
“En algún momento, la compañía sí fue nuestro principal ingreso, pero ahora tenemos entre 60 y 70 clientes y creemos que en margen de utilidad el impacto no será tan grande”, aseveró Mora.
Jorge Sequeira, gerente general de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), confirmó que el impacto en los proveedores puede ser diverso.
“Las mismas empresas que suplen a Intel, suplen a otras compañías de alta tecnología en sectores como ciencias de la vida, farmacéutico, metalmecánica, plásticos y a otras empresas de electrónica. Adicionalmente, muchas de estas empresas ya se han convertido en exportadoras”, comentó el gerente.
Precisamente, el sector de ciencias de la vida y dispositivos médicos parece ser la alternativa de muchos de los proveedores especializados de Intel, pues reúne a más de 50 empresas extranjeras que entre 2009 y 2013, han triplicado el monto de encadenamientos ($5,6 millones en el último año), según Procomer.
Es el caso de Opia, especialista en monitoreo y mantenimiento de cuartos limpios. Luis Chinchilla, gerente general de la empresa, informó que entre sus más de 40 clientes a nivel nacional (tiene cerca de 20 en el extranjero), Intel representa entre el 2% y el 3% de las ventas; un número que en algún momento llegó al 15%. Chinchilla asegura que el crecimiento sostenido de ciencias de la vida le permite a Opia no depender de una sola compañía.
Otros servicios como el de la administración del gimnasio que mantiene la corporación en Belén continuarán, confirmó Jorge Díaz, gerente de Vida Óptima, cadena de gimnasios que está por firmar un contrato de tres años en ese campus.
Según Karla Blanco, a cada proveedor se le citó a una reunión para definir su futuro. No obstante, destaca que ya hay iniciativas por parte de la Cámara de Industrias para coordinar nuevas oportunidades de encadenamientos para estas empresas.
“Es momento de que sector privado y público trabajemos juntos para sacar la tarea adelante”, dijo Blanco.
Entretanto, multinacionales como SBM, JLL Services, KES Systems & Service, Praxair, UPS, DHL, Sodexo, y nacionales como Grupo Capris y AEC Electrónica también sentirán el impacto. Algunos como Autotransportes Ojo de Agua y Lucas Ingenieros (mantenimiento de aire acondicionado y electromecánica) ya venían sintiendo la disminución en solicitudes de servicios de la planta desde octubre pasado.
¿Qué se encadenó?
La mayor parte de los insumos de la planta de Intel (capacitores, transistores, silicio, adhesivos) se obtenían en el extranjero, pues la empresa importó en promedio $1.200 millones anuales. Pero, en Costa Rica compraba principalmente material de empaque, mantenimiento y de limpieza.
Aunque Procomer no compartió datos específicos de la empresa, el comportamiento del sector que lidera la compañía en el país (componentes electrónicos) podría dar una idea.
En el periodo 2001-2013, esa industria generó en nuevos negocios encadenados más de $17,1 millones, es decir, un promedio de $1,3 millones por año.
Por otra parte, más actividades económicas aún se podrían ver afectados. Por ejemplo, la empresa mantiene a 1.200 empleados distribuidos en oficinas de las zonas francas Ultrapark y Ameriza Free Zone, las cuales podrían ser desocupadas a final de año para instalarse en Belén.
Igualmente, el ICE dejaría de percibir gran parte del 37% de ingresos que representa Intel en la categorías de clientes de grandes industrias de alta tensión. Como se recordará, al instalarse la corporación en marzo de 1998, el ICE y la Compañía Nacional de Fuerza y Luz invirtieron $5 millones en una subestación de electricidad en Belén.
Aprender de Intel
“Intel nos abrió muchas puertas con otras transnacionales y empresas costarricenses. Son tan exigentes que uno al ser su proveedor, ya cuenta con un currículo de prestigio”, dice Rodrigo Mora, de Distribuidora Larce, haciendo eco de las aseveraciones de otros suplidores consultados.
A Fortech, la compañía le enseñó a diversificarse y no depender solo de una empresa, afirma Guillermo Pereira.
Además de ser garantía de confianza, estar ligado a Intel permitió a firmas como Opia optar por certificaciones internacionales y de seguridad ocupacional que antes no se habían considerado.
Y es que a pesar de la salida de la planta, el prestigio de haber sido proveedor del principal exportador de Costa Rica por 17 años, es quizá una de las ganancias más importantes para las firmas.
“Es vital innovar y tocar las puertas de sectores con necesidades similares a las que tiene Intel, o bien tomar la decisión de internacionalizarse, dado que estos suplidores son de muy alto nivel por las exigencias de la transnacional”, indica Jorge Sequeira.