Otro de los grandes errores de los líderes es no promover a su gente. La promoción consiste en permitirles crecer, asumir nuevos retos, superarse, sin que necesariamente eso implique el cambiarse de puesto, aunque evidentemente también lo incluye.
Muchos piensan que no vale la pena desarrollar a sus colaboradores, si luego van a querer irse. Esta es una realidad cierta en los líderes que no asumen el reto de promover a sus subalternos. Todo ser humano tiene un deseo intrínseco de superarse y es más, si no lo tiene, cuidado porque posiblemente no es la persona más indicada para desempeñar con maestría lo que se le encomiende.
Si todos queremos superarnos y nuestro jefe pretende petrificarnos en las tareas actuales, simplemente porque las hacemos bien, lo más probable es que busquemos nuevos horizontes rápidamente, confirmando la premisa que refuerza el comportamiento de nuestro jerarca.
No obstante, es un círculo que debe romperse. El secreto está en entender que la promoción no solo se da cuando se cambia de puesto o de empleador. La promoción también se puede dar otorgando mayores responsabilidades, invitándolos a participar de capacitaciones o entrenamientos que le ensanchen su visión del proceso, permitiendo su mejora continua. También ayuda a promover el desarrollo de la gente el hacer intercambios con proveedores o clientes, de manera que exista una mejor comprensión del proceso ampliado, es decir, no solo del nuestro, sino también los proceso previos y posteriores, creando un ambiente propicio para la innovación, tan necesaria en estos días.
Existen muchas formas de enriquecer el conocimiento de nuestros colaboradores y con esto logramos no solo retenerlos, sino que hacerlos más flexibles, más cooperadores y más entusiastas por formar parte de su equipo de trabajo.