El liderazgo es quizás el elemento más importante para lograr el éxito en los negocios y, sin embargo, no existen teorías probadas y aplicadas universalmente como en finanzas (con sus modelos de costo de capital, evaluación de activos y valor económico agregado), o en mercadeo (con las prácticas de segmentación, manejo de canales y marcas), ni que decir en manufactura y aun en áreas tan complejas como es la estrategia.
Todas cuentan con teorías dominantes. Pueden evolucionar en el tiempo y tener pocos adversarios pero, en la práctica, constituyen un conjunto de teorías claras, comprensivas, ampliamente aplicadas, que ayudan a mejorar la competitividad y han pasado la prueba del tiempo.
Ya es hora de que emerja una teoría integradora sobre liderazgo. Si sucediera, seguramente sería uno de los desarrollos más importantes en el manejo futuro de los negocios. La grave crisis de liderazgo corporativo de los últimos años desacreditan la figura de líder como héroe, enfatiza la necesidad de ir más allá de consejos prácticos y teorías parciales con nociones fragmentadas e impulsa la generación de nuevo conocimiento.
No tenemos argumento para creer que el liderazgo de hoy en los negocios es más efectivo que en el pasado, ni tampoco contamos con alguna teoría que tenga valor predictivo en una amplia variedad de situaciones y a largo plazo. Sin ello no podemos mejorar sostenidamente el liderazgo en las organizaciones.
Si definimos el liderazgo corporativo como la creación de acciones con propósitos en la empresa, entonces una teoría efectiva facilitaría la integración entre funciones y actividades que contribuyen a generar una ventaja competitiva. El liderazgo no es una panacea por sí mismo pero es el eslabón indispensable para conectarla innovación y tecnología con la producción y comercialización de manera rentable.