El Museo del Luxemburgo de París inaugura el miércoles El Renacimiento y el Sueño, primera exposición que explora cómo los pintores renacentistas representaron e interpretaron el sueño y el despertar.
El profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (EHESS) Yves Hersant subrayó cómo “el vasto y nuevo sujeto temático abordado” exigía competencias diversificadas, no solo en el dominio de la historia del arte, sino también de la teología y la filosofía.
De ahí que la historiadora del arte Chiara Rabbi-Bernard, el director de la Galería Palatina del Palacio Pitti, en Florencia, y Hersant uniesen esfuerzos para elaborar esta exhibición que hasta el 26 de enero reunirá 94 obras, de ellas 70 óleos, grabados y dibujos.
Ante el “insoluble problema” de fechar el inicio y el fin del Renacimiento, cuando algunos historiadores como Jacques Le Goff lo incluyen en la Edad Media, los comisarios se apoyaron en teóricos de la época, como Vasari, y fijaron su inicio entre 1420 y 1430, para detenerse a principios del siglo XVII.
“Nos interesaba -explicó Hersant- mostrar la variedad y la importancia de la concepción y la representación del sueño” en el Renacimiento, época que dio a los ensueños una extraordinaria importancia, tanto en la vida política y social, como en la literatura o el arte.
Con “una confianza total en su arte”, los artistas del Renacimiento van a intentar representar los sueños. “Es un reto” porque no son representables, se puede representar la historia de un sueño, “pero el sueño mismo no está codificado y por ello es difícil o imposible de representar”, recalcó.
El recorrido elegido para captar los intentos y logros de grandes maestros como los incluidos en el título de la exposición, pero también otros como Ghirlandaio, Battista Dossi, Lorenzo lotto o Ludovico Carracci, se divide en siete espacios, abiertos con el tema de “La Noche” e ilustrado con personajes que no se puede saber si duermen o sueñan.
La segunda sala toma una expresión utilizada por Shakespeare al final del Renacimiento, en Inglaterra, “Dormir, soñar quizás” para mostrar cómo el alma, “mediadora entre el cuerpo y el mundo”, podía liberarse temporalmente gracias al concepto “vacatio animae”.
Tras explorar la inspiración y la alegoría, las visiones del más allá, los sueños enigmáticos y las visiones de pesadilla, la exposición invita con Pico de la Mirandola a dejar el sueño terrestre y mirar al “Cielo puro”.
Al inicio del Renacimiento, resumió Hersant, se pinta el sueño y luego, progresivamente, “al final del Renacimiento todo esta dispuesto para que se desarrolle la idea de que la vida es un sueño”.
Unas palabras del escritor y filósofo francés Michel de Montaigne (1533-1592) cierran el conjunto en la sala dedicada a “La aurora y el despertar”; al igual que la primera, sobre “La Noche”, este último espacio recuerda las esculturas creadas entre 1530 y 1534 por Miguel Angel, para la tumba de Julio de Medicis en Florencia.
Entre las obras maestras procedentes de grandes museos y colecciones particulares, el museo del Senado francés recibió del Monasterio del Escorial (España) un préstamo muy especial, uno de esos cuadros que no viajan nunca o lo hacen muy raramente: “El Sueño de Felipe II”, óleo pintado hacia 1579 por El Greco.
Este Greco es un verdadero “regalo”, que llegó hasta el museo escoltado por motoristas y está protegido permanentemente por medidas de seguridad muy estrictas, comentó el comisario.