Como uno de los pilares del periodismo debe ser la exactitud informativa, resulta necesario aclarar a los lectores de El Financiero y a la ciudadanía en general, una serie de imprecisiones y omisiones contenidas –esperamos que sin mala intención– en la nota relativa al Banco Popular publicada en su edición número 1.123 .
La mayor imprecisión surge en el titular: Resulta contradictorio, pero sobre todo erróneo, que se hable de “sistemas fallidos” cuando, tal y como se informó con amplitud al periodista Carlos Cordero, el sistema tecnológico del banco ofrece en la actualidad niveles de estabilidad superiores al 99%, algo que curiosamente se menciona en párrafos inferiores de la misma nota.
En segundo lugar, respecto del informe que la Contraloría General de la República emitió sobre este proceso, la nota periodística no indica –como se reiteró en las respuestas del banco– que el propio órgano contralor reconoció que la decisión de implementar una nueva plataforma tecnológica tuvo como objetivo prioritario modernizar y orientar la estrategia de servicios financieros de la entidad y, además, contar con “una herramienta tecnológica flexible que pueda soportar e integrar los cambios constantes de productos bancarios, buscar nuevas formas en el lanzamiento de productos y servicios bancarios y orientar la estrategia de negocio hacia el cliente y no al producto”.
En este sentido es importante considerar que respetando el criterio y las disposiciones emitidas por la Contraloría sobre debilidades que pudieron detectarse en su momento en aspectos puntuales, el alcance del informe abarcó del 2013 hasta diciembre del 2015 y que desde entonces a la fecha el Banco efectivamente ha venido implementado, de manera responsable, una serie de innovaciones y mejoras adicionales en su plataforma tecnológica, aspecto que en la actualidad permite ofrecer los niveles de estabilidad antes indicados, en beneficio de nuestra clientela.
En la respuesta enviada por parte del banco, se recalcó además que los procesos de instalación de plataformas tecnológicas bancarias no son decisiones sencillas ni inversiones de bajo costo, e involucran una etapa de ajuste e implementación. Pero lo importante para una entidad seria como el Banco Popular, es seguir demostrando su capacidad operativa ante retos de esta envergadura y capitalizar esta experiencia para futuros proyectos tecnológicos. Así lo estamos haciendo, por lo que hablar de “sistemas fallidos” y generar con ello incertidumbre o duda en la ciudadanía, resulta por decir lo menos irresponsable y una falta a la necesaria rigurosidad periodística.
Entre paréntesis, es necesario precisar que la empresa contratada por parte del banco para llevar adelante este proceso fue Temenos-Banking Software Systems y no “Tememos”, como el periodista insiste en nombrarla a lo largo de la publicación.
Cuesta comprender este conjunto de imprecisiones, cuando el banco proporcionó con amplitud al periodista cada uno de los objetivos, adjudicatarios (en los casos donde ello ha ocurrido) y los montos para la totalidad de los contratos consultados.
De las respuestas y datos emitidos, quedó en evidencia que lejos de improvisaciones o fallas, la institución planifica, implementa y desarrolla de manera constante, en seguimiento de sus planes estratégicos, diversos proyectos de tecnologías de información que son prueba de la gran transformación tecnológica que durante los últimos años ha desarrollado la entidad, y que posibilitan la continuidad y calidad del servicio brindado y su constante optimización, ajustándose a las necesidades del sistema financiero y las tendencias internacionales de la banca.
Así que lejos de estar invirtiendo en “sistemas fallidos”, los clientes del Banco Popular saben que gracias en gran medida a las decisiones adoptas, hoy cuentan con una entidad más eficiente, moderna, segura y cercana a los requerimientos actuales de la ciudadanía, los sectores sociales, productivos y los territorios del país, ofreciendo más y mejores productos, servicios y canales.
Por eso, precisamente, el Banco Popular ha reafirmado su solidez financiera al lograr durante el 2016 un total de ¢38.658 millones en utilidades, una de las más altas del Sistema Bancario Nacional, con un incremento del 11,52% en relación con el 2015.
Por eso también durante el 2016 el Banco otorgó soluciones de financiamiento a más de 95.000 personas mediante sus principales líneas de crédito de carácter social y personal, con un incremento del 12,61% con respecto al 2015, para una colocación de más de ¢829.933 millones en sus tres carteras principales.
Y por eso, además, lo más importante, contamos en la actualidad con los mayores niveles de fidelidad de la clientela dentro del sistema financiero nacional, según confirman los estudios más recientes publicados precisamente por El Financiero .
Manuel Ramírez es el Director de Tecnología de Información del Banco Popular.