El pasado 17 de octubre, luego de dar clases en la UCR, tardé una hora y quince minutos de San Pedro a Curridabat. Choques, motos haciendo zigzag entre carriles, buses matoneando a los vehículos livianos...
Atascos frente a Plaza del Sol, automóviles virando en U, bocinas histéricas y hasta mentadas de madre, antes de llegar a la Galera, colapsada por intentos locos desde el carril izquierdo para introducirse en la autopista.
Y que no se me ocurra ir a trabajar a Escazú pues hay que calcular tres horas entre ida y regreso. Uno de estos días opté por ir a dormir en casa de un familiar antes que salir a las seis para cumplir con un compromiso a las ocho.
Mientras tanto se habla de tranvías, túneles, trenes urbanos, autopistas elevadas y hasta de un metro. Todos sabemos que estas soluciones son de largo plazo, que pasan por expropiaciones, diseños, licitaciones, bloqueos y denuncias de corrupción.
Es obvio que hay que pensar en soluciones de largo plazo, de carácter estructural, pero, ¿mientras tanto qué?
Como habitante del Este puedo reconocer zonas de intervención inmediata que con costos bajos mejorarían la situación. Hay que revivir la interconexión entre Los Yoses y la Granja, paralizada por algún absurdo recurso de amparo.
Igual debería hacerse con la interconexión entre la Granja y Freses, luego buscar una conexión entre Freses y Curridabat, y terminar la interconexión de la Florencio del Castillo.
Además, presencia de oficiales de tránsito en las horas pico, pues han desaparecido los que estaban en la esquina de los Figueres por la mañana. En la noche deberían estar en la fuente de la Hispanidad, en Muñoz y Nanne, en Plaza del Sol y La Galera.
En toda ciudad existen soluciones potenciales, falta creatividad para encontrarlas; pequeñas intervenciones que harían más fáciles nuestras vidas, mientras se materializan los macro proyectos.