La prensa económica en el mundo sobrevive. Hace casi 10 años uno de sus representantes, la revista The Economist , anticipó en su artículo “Who killed the newspaper?” la muerte de los impresos. Para eso citó a Philip Meyer en su libro The Vanishing Newspaper y su pronóstico de que en el 2043 moriría la noticia impresa en Estados Unidos.
Se puede promover mucha discusión sobre lo atinado o no del presagio, sobre todo en momentos en que vivimos cambios importantes en el mercado de impresos.
No viene al caso en este artículo que responde al editorial que celebró la edición 1.000 de este semanario. Hablamos aquí de la prensa especializada, la que con análisis, profundidad, exactitud, sigue seduciendo a lectores igualmente sofisticados quienes, gustosos, pagan por ese buen contenido en versiones impresas y digitales.
El Financiero está llamado a ser uno de esos medios ganadores. Debe no solo conservar los mejores periodistas, cuya experiencia, pluma y conocimiento esté acompañado de ingresos motivadores, sino también estar en primera fila de la innovación.
El Financiero está llamado a mostrar cómo se hace el verdadero periodismo digital, cómo se conquistan nuevos lectores sin perder a los que fielmente le han seguido; debe analizar hechos que impactan el entorno económico y anticipar riesgos u oportunidades; debe inspirar a las empresas para la construcción de una sociedad en que el bienestar comienza por sus propias acciones, como lo pregonan Michael Porter y Mark Kramer en la teoría del Shared Value (Valor compartido).
Por eso la prensa económica sobrevive. Otras 1.000 ediciones serán posibles con esa fórmula.
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