Hace muchos años algunos diarios colocaban tímidamente artículos que daban alguna pincelada de información económica, negocios, finanzas, de comercio, en fin, de asuntos que involucraran dinero en cualquiera de sus formas.
Poco a poco, y con el aporte del intelecto de periodistas que entendían los procesos de la economía, y que dominaban aquellos temas algo espesos para otros: como la curva de la oferta y la demanda, los recursos escasos y las necesidades infinitas, el punto de equilibrio, los flujos de capital, los puestos de bolsa, las importaciones y exportaciones, así el asunto se fue comprendiendo mejor.
Ese lenguaje llano y claro, sencillo pero técnico a la vez, logrado magistralmente por un buen sector de comunicadores igualmente brillantes, encontró un nicho para ponerlo al alcance de todos. Esa era y es, la nueva forma de convertir a la noticia económica en el aliado y no en la barrera.
El Financiero logra seleccionar a profesionales que no solo entendían la materia, sino que además sabían comunicarla. Con su típico color, el impreso llegó a convertirse en el desayuno de las personas dedicadas a los negocios, y en el almuerzo en el texto de consulta obligada de quienes tenían intereses económicos o de finanzas y de todo aquel que quería comprender este mundo.
Hoy vemos como un periódico logra explicarle a la población la ruta de un país o simplemente los éxitos de un comerciante, sin caer en el publicity o en un anuncio camuflado. Logra desarrollar una pluma por demás exquisita, permitiéndose así penetrar en todos los segmentos.
Gracias El Financiero , por darnos ese modo diferente de leer noticias que producen éxitos.