Opinión formulada con absoluto apego a los intereses del país, sin responder a ningún grupo institucional, empresarial o de otra naturaleza.
Sería injusto cerrar este interesante debate sin ofrecer a los lectores un balance de las posiciones esgrimidas, acuerdos y desacuerdos y la agenda pendiente para mejorar las políticas monetaria y cambiaria, en beneficio del país.
En relación al texto: La pasarela de los 'Yes Men' Por Gerardo Corrales B.
Convergencias
Mantener el nuevo régimen cambiario de flotación administrada es, quizás, la más trascendental. Es concordante con las tendencias internacionales más modernas y permite rescatar la autonomía de la política monetaria. Como dijo uno de los participantes en este debate: "Nadie está pidiendo una devaluación artificial o arbitraria, ni gradual ni abrupta". Nos alegramos mucho. Corresponde al mercado y no al Banco Central (BCCR) determinar el tipo de cambio.
No se deben abandonar ni revertir los objetivos del BCCR. La estabilidad de precios (IPC) sigue siendo el objetivo principal y, como objetivos subsidiarios, contribuir a la utilización plena de los recursos y la estabilidad del sistema financiero (Art. 2 de la Ley Orgánica). El mismo participante citado se decantó por no revertir los objetivos estatutarios ni imponer el desempleo por encima de la estabilidad de precios. Dijo: "Nadie está abogando por tergiversar los objetivos de la política monetaria del Central" También nos alegramos.
Hay espacio para mejorar la política cambiaria, sobre todo en la utilización de reservas para incidir en el tipo de cambio. Algunos son más críticos en este aspecto (recomiendan que el BCCR se abstenga de intervenir cuando el mercado es deficitario; otros extendemos la crítica también a períodos anteriores, cuando el mercado era superavitario.
Es inconveniente que el gobierno se endeude externamente por sumas importantes (dependiendo de la magnitud del saldo de la deuda externa sobre el PIB y la situación de la balanza de pagos, como en el pasado reciente, para financiar el déficit fiscal, por el efecto negativo en el tipo de cambio y la creciente deuda externa).
Lo anterior nos lleva a plantear un tema de discusión futura: ¿Debemos avanzar de un régimen de flotación administrada a otro de flotación libre? Sería interesante incluirlo en la agenda pendiente mencionada al final.
Divergencias
"Utilizar el tipo de cambio para mejorar la competitividad". No vamos a concordar. Nosotros creemos que la competitividad pasa por mejorar la productividad y los demás pilares señalados por el Foro Mundial de Competitividad, donde la estabilidad es uno de los pilares fundamentales, sin mencionar la devaluación.
"Los países suramericanos en donde sus mercados (no los bancos centrales) depreciaron sus monedas experimentaron inflaciones subsiguientes inferiores a la depreciación". Es cierto; lograron alguna depreciación real, pero la diferencia está en que para ellos, por ser productores de petróleo y otras materias primas, los términos de intercambio se deterioraron, mientras que en Costa Rica más bien mejoraron. Sería absurdo presionar por una depreciación cuando el mercado cambiario es superavitario.
"El tipo de cambio nominal en los 28 meses de esta administración se ha mantenido prácticamente fijo". Diferimos parcialmente. En la primera parte de dicho período, el mercado era superavitario y, más bien, el BCCR intervino para evitar que el tipo de cambio cayera por debajo de los ¢535 por dólar; en los últimos meses, sin embargo, el colón ha mostrado una mayor variabilidad, sufriendo una depreciación de alrededor de 3,7%, razón por la cual el coeficiente de variabilidad, para ser representativo, se debe calcular para todo el período2. La estabilidad observada refleja la decisión del BCCR de excluir del MONEX las operaciones del sector público, así como las intervenciones hechas para contrarrestar variaciones abruptas, que son propias de un régimen de flotación administrada y no libre. Dicho esto, creemos que se debe intervenir menos y dejar que el mercado se manifieste más libremente, para que los participantes incorporen en sus decisiones el riesgo cambiario involucrado.
Uso de reservas (RIN): hay divergencias entre varios grupos sobre el monto y cálculo de las reservas. Para unos, las RIN disponibles son menores a las reportadas; para otros, reflejan estándares internacionales y se pueden utilizar si fuere necesario. Pero, en todo caso, lo conveniente es que se mantengan dentro de los estándares internacionales (entre 11% del PIB y 15% del PIB) y se utilicen apropiadamente, para evitar sobrevaluar o subvaluar el tipo de cambio y distorsionar la eficiente asignación de recursos. El BCCR estimó una caída de alrededor de $300 millones para este año por no contar con los $1.000 millones de eurobonos de los últimos años; de momento, han bajado un poco más de $100 millones y se mantienen alrededor de 13% del PIB.
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"Devaluar permitiría mejorar la tasa de desempleo que es un 30% entre personas de bajos ingresos". No es técnicamente correcto asumir que los grupos menos capacitados se podrían incorporar fácilmente al mercado de exportación. Si así fuera, sería muy fácil disminuir el desempleo y la pobreza. Más bien, aumentarían las utilidades de los exportadores en vez de mejorar la distribución del ingreso.
Finalmente, ignoran los efectos sociales de la devaluación. Difícilmente nos podrían convencer de anteponer condiciones económicas de ciertos grupos antes de los efectos de una devaluación inducida en la mayoría de la población.
Agenda pendiente. Hay aspectos financieros y fiscales que, sin formar parte de la discusión monetaria y cambiaria, inciden directa o indirectamente en sus resultados:
El sistema financiero y bancario no es suficientemente competitivo. Se deben emprender reformas de fondo para mejorarlo.
El margen de intermediación financiera (diferencia entre las tasas pasivas promedio y las tasas activas promedio), a pesar de haber bajado (situación que no se refleja enteramente en las cifras de tasas de interés publicadas por el BCCR pues las efectivas son menores a las tasas máximas reportadas), sigue siendo muy alto en Costa Rica. Como consecuencia, el costo del crédito es elevado y afecta la producción. Hay que emprender reformas legales y administrativas para reducirlo.
La situación fiscal es delicada y estructuralmente compleja. El déficit fiscal incide en las variables monetarias y cambiarias, y la composición del gasto también en el crecimiento, competitividad y empleo. A estos temas dedicaremos nuestra próxima intervención pública. Y, al igual que las anteriores, lo haremos con absoluto apego a los intereses del país, sin responder a ningún grupo institucional, empresarial ni de ninguna otra naturaleza.
NOTA: El grupo de economistas que firman este texto está conformado por: Carlos Blanco, William Calvo, Jorge Corrales, Eli Feinzaig, Alberto Franco, Melvin Garita, Jorge Guardia, Luis Mesalles, Juan Muñoz y Norberto Zúñiga.
NOTA 2: Según Mundell-Flemin, el mercado de capital se ajusta más rápidamente que el de bienes y servicios. Cuando se presentan eventos que afectan las expectativas (como la gran recesión o riesgos políticos), los flujos financieros y de capital se detienen más rápido, por lo que disminuye la oferta de divisas mientras que la demanda se ajusta con rezago y se presiona al alza al tipo de cambio. Excluyendo esos períodos extraordinarios, la volatilidad en los mercados tiende a ser menor.