Recientemente se informó que la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) realizaba labores para identificar conexiones de agua ilegales.
Aparte de si ese tipo de labores entra en el campo legal autorizado a esa entidad, el suceso revela una grave confusión conceptual. Una cosa es seguridad pública y otra seguridad nacional, campo este último que reivindica la DIS como propio.
Las tristemente célebres dictaduras militares latinoamericanas de hace algunas décadas apelaron al concepto de seguridad nacional para justificar cualquier acción. El pelo largo en los muchachos, la minifalda, las obras de Jean Paul Sartre llegaron a considerarse atentados a la seguridad nacional, pues se suponía que amenazaban los principios fundamentales de la sociedad occidental.
Para los gorilas latinoamericanos todo llegó a ser seguridad nacional y cuando estas pifias intelectuales ocurren los conceptos son inútiles, si un concepto lo abarca todo termina por no explicar nada.
La seguridad nacional tiene que ver con la existencia del Estado nación, las amenazas reales sobre la organización estatal democrática y la integridad territorial deberían ocupar únicamente la atención de la DIS.
Seguridad pública y seguridad ciudadana no tienen que ver con esto, el resguardar el orden público, los bienes públicos y la protección de los ciudadanos, su propiedad, su vida y sus libertades es materia de otra naturaleza, para estos fines existen las policías preventivas y represivas.
Si existían violaciones a las regulaciones de acueductos y alcantarillados se debían haber presentado las denuncias ante la policía, esa no es materia autorizada para la DIS.
Bien ha hecho la Defensora de los Habitantes en oponerse al proyecto de dar poderes mayores y confusos a la DIS.
Al mezclarse en la investigación de conexiones de aguas sus jerarcas han demostrado que carecen de claridad intelectual para actuar en un terreno tan delicado como este.