Editorial: Manos a la obra

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N adie puede negar la relevancia que ha tenido Intel para el país. Hace dos décadas se anunció que el productor mundial más grande de microprocesadores se establecería en San Antonio de Belén, con una inversión inicial de US$150 millones y la creación de 1.500 puestos de trabajo. Con el tiempo sus ventas representaron un 13,7% de nuestras exportaciones totales (2013) y su actividad se extendió a la prestación de importantes servicios.








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