En esta edición publicamos una entrevista al economista Eduardo Lizano, figura central detrás del modelo económico implementado en el país en los últimos 25 años, basado en la apertura comercial, la liberalización del sector financiero, la promoción de exportaciones y la atracción de inversión extranjera.
Según Lizano, el cierre de la planta de Intel en Costa Rica debe verse como parte de los flujos normales de inversión en un mundo globalizado; unas empresas vienen y otras se van, en función de su productividad y su participación en las cadenas globales de valor.
Compartimos este enfoque, aunque debemos reconocer que Intel tiene un significado especial para Costa Rica, al margen de lo que puedan ser las tendencias de los flujos de inversión. El establecimiento de esta empresa marcó un hito y sirvió de base para la atracción de empresas de alta tecnología y un gran crecimiento del régimen de zonas francas. Intel es un símbolo del modelo económico actual, por eso no es de extrañar que algunos cuestionen el modelo con ocasión de la salida de la empresa.
La realidad es que la salida de Intel se debe principalmente a aspectos de competitividad de la empresa a nivel global en el área de manufactura, no tanto a problemas de competitividad del país. Prueba de ello es que la empresa mantendrá e incluso expandirá sus operaciones locales de servicios. Por eso coincidimos con Lizano en que el caso de Intel no puede verse como un problema general de la inversión extranjera o un fracaso del modelo.
El modelo ha sido exitoso en tanto ha generado niveles de riqueza, empleo y productividad que habría sido imposible lograr bajo el modelo anterior de sustitución de importaciones, que colapsó a principios de los ochentas. Hoy en día Costa Rica exporta más de 4.500 productos diferentes, tanto industriales como agrícolas, y las exportaciones de servicios crecen aceleradamente.
Los expertos coinciden en que el desarrollo de un país está cada vez más ligado al conocimiento y la innovación. En el 2013 ocupamos el primer lugar de Latinoamérica en el Índice Mundial de Innovación, y un factor clave ha sido la inversión extranjera en sectores estratégicos como alta tecnología, ciencias de la vida y servicios corporativos.
Dado el tamaño de nuestro mercado interno y la realidad de la globalización y los avances tecnológicos, es impensable que Costa Rica vuelva a una economía cerrada o al modelo proteccionista de sustitución de importaciones. La integración con la economía mundial no tiene marcha atrás. Más bien debemos mejorar y profundizar el modelo en ciertas áreas que limitan nuestra competitividad, como bien lo señala Eduardo Lizano. Debemos mejorar la formación del recurso humano, racionalizar y simplificar trámites en el sector público, concretar la apertura en el sector eléctrico y modernizar nuestros puertos e infraestructura.
Consultado sobre la desigualdad, una de las principales críticas al modelo económico actual, Lizano destaca que no ha crecido en los últimos 10 años. Es sin duda un tema complejo y se requieren mejores políticas públicas para abordar los problemas de pobreza y desigualdad. Pero para hacerlo exitosamente hay que partir de una economía competitiva, integrada al mundo y cada vez más orientada hacia el conocimiento y la innovación, como la que —con sus imperfecciones y oportunidades de mejora— se ha gestado en los últimos 25 años.