Está claro, como lo demuestran las contribuciones de Vía Costarricense, la Agenda Nacional (del grupo que encabeza, entre otros, don Jaime Ordóñez), más las propuestas temáticas de centros de pensamiento como el INCAE-CLACDS, el Estado de la Nación, AED y varios otros, que el país está sediento de un cambio de rumbo y de un cambio en su estilo de liderazgo.
Queda claro también, por la insatisfacción expresada en recientes manifestaciones callejeras, que la incapacidad del conjunto del Estado ha rebasado la paciencia de grandes grupos de la sociedad costarricense.
Algunas de ellas, en mi opinión, son innecesarias, tendenciosas y han sido agitadas por “fuerzas oscuras”, pero no cabe duda de que la ineficacia e ineficiencia del Estado y su percibida debilidad invitan a la rebelión callejera.
Las propuestas de los diversos grupos, la mayoría con elementos muy atractivos de una Costa Rica “reinventada” a mediano y largo plazo, no resuelven las necesidades y problemas de la coyuntura; esas que resultan en manifestaciones callejeras hoy.
Algo tiene que cambiar…
Este gobierno, y el conjunto del Estado, tienen actualmente la oportunidad maravillosa de aprovechar sus últimos meses de gestión para atacar con fuerza y creatividad los temas centrales de la coyuntura, entre ellos, el reglamento de la Asamblea Legislativa, la crisis de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el combate contra la desigualdad, la energía y la infraestructura, en consistencia con la visión de país que ha sido planteada y sin tener, por lo menos de manera directa, participación en el siguiente proceso electoral.
Quince meses son aún mucho tiempo que debe ser aprovechado para dejar sentadas las bases –a nivel social, anivel ambiental y a nivel económico– para que las propuestas de cambio articuladas sean mucho más factibles a partir del próximo gobierno. Este debe ser el legado de este gobierno.
Es tiempo para el cambio…