Una premisa básica del trabajo en equipo es que la calidad del liderazgo es fundamental para su buen desempeño.
Menos claro es que son igual de importantes el conocimiento y la experiencia de los miembros, pues en labores complejas —como la gestión de un gobierno— la capacidad agregada de los equipos y su capacidad de actuar coordinadamente son indispensables.
Este 2 de febrero los costarricenses tomaremos un decisión clave para el futuro del país.
Ante nosotros hay equipos muy experimentados y con credenciales suficientes para innovar y manejar funciones económicas, sociales, ambientales e institucionales; pero hay otros que —si no complementan sus deficiencias— se verán rápidamente en problemas para conducir el Estado costarricense y el proceso de desarrollo del país.
En particular preocupa el Frente Amplio, cuyo equipo carece de experiencia en la conducción del Estado, tiene poca comprensión de los procesos de la empresa privada y carece de experiencia como equipo integrado.
Su nómina legislativa parece haberse armado con la creencia —razonable en abril del año anterior— de que no serían electos más que uno o dos, y por lo tanto el perfil de los demás candidatos —por demás débil— no era de particular importancia.
Sus candidatos a Presidente y vicepresidentes parecen más cargados de ideología que de experiencia relevante, más enfocados en la lucha de clases que en la creación de una visión común y compartida del futuro, y con tendencia a denunciar a los empresarios que alcanzan el éxito más que en forjar la credibilidad necesaria para impulsar con ellos el crecimiento y la generación de empleo que necesita el país.
El tema de los equipos es un factor poco discutido durante la campaña, pues el enfoque se centra sobre la figura de los candidatos a Presidente; pero es un tema clave que se debe analizar como factor a la hora de definir el voto.
Se elige un equipo, no una persona.