La generación del conocimiento está siendo afectada por una pandemia global. El sistema se está enfermando. A continuación, lo que sucede:
Antecedente
En la academia, uno o varios científicos se plantean una pregunta, luego establecen un diseño experimental, ejecutan el proyecto, analizan los datos y escriben un artículo científico. El artículo es sometido a una revista especializada para su publicación.
El trabajo es revisado por un editor, quien basado en la calidad puede rechazarlo o enviarlo a una segunda fase conocida como revisión de pares.
Esta revisión consiste en una evaluación rigurosa del planteamiento, ejecución y conclusiones del trabajo realizada por expertos en el tema. Estos pueden recomendar su rechazo, devolución para correcciones, o su aprobación.
Tradicionalmente los costos de las revistas son cubiertos por las cuotas de los suscriptores. Los autores no pagan por publicar mientras que el trabajo de los editores y revisores es ad honorem .
Este modelo presenta, sin embargo, algunas críticas: se clama que el conocimiento debería ser accesible para todos y no solamente para los suscriptores.
En segundo lugar, se critica que las empresas editoriales están lucrando a partir de investigaciones realizadas con fondos públicos y de revisiones técnicas sin costo. Por esta razón, como alternativa, surgió el modelo de acceso abierto.
El problema
Bajo el nuevo modelo, los autores pagan por publicar sus trabajos, los cuales estarán disponibles sin costo para cualquier lector.
Aunque esto pudiera tener algunas ventajas, también provocó una proliferación de revistas de acceso abierto de diferentes calidades.
Muchas revistas ya no buscan la excelencia sino el dinero de los académicos. Con tal de cobrar, algunas publican sin siquiera revisar la calidad o incluso veracidad de los datos. Publicar en acceso abierto cuesta entre cientos y miles de dólares.
Ante esto, las revistas tradicionales también ofrecen este modelo pero además empezaron a cargar costos de procesamiento a todos los trabajos. La ambición y la avaricia se apoderaron del mundo académico.
Esta situación se ve favorecida porque en la academia el éxito se mide principalmente en términos de publicaciones y citas. Cuanto mayor el número, mayores posibilidades de conseguir trabajos, ascender puestos, o ganar incentivos.
La obsesión por la métrica, la inmediatez, la cantidad en lugar de la calidad, así como el menosprecio del impacto del conocimiento en la sociedad, se han convertido en una pandemia que pervierte el mundo académico.
¿Qué hacer?
Dado que el aporte de Costa Rica al conocimiento mundial es proporcionalmente pequeño, la situación todavía no es tan grave. Pero existe un alto riesgo de contagio. Para prepararse será necesario redefinir el concepto de excelencia académica y, de acuerdo a esto, establecer mejores instrumentos sobre cómo evaluar a los académicos, sus investigaciones y publicaciones.
En el país existen cerca de 3.500 investigadores, los cuales publican cerca de 700 artículos en revistas indexadas por año.
El primer reto que se plantea es cómo aumentar la productividad científica, pero privilegiando la calidad.
En segundo lugar, al evaluar a los investigadores se deberá considerar tanto las métricas como la relevancia social de sus trabajos. Por ejemplo, una investigación que culmine en mejores tratamientos para pacientes o en políticas públicas para la conservación del ambiente es tanto o más valiosa que una publicación indexada.
Será fundamental que los gestores de investigación estén conscientes de que los trabajos de calidad requieren tiempo y recursos de manera sostenida, pero al mismo tiempo deberán aplicar con rigurosidad la revisión de pares en los trabajos. Asimismo, se debe juzgar la pertinencia, pues también existen muchas investigaciones que no se necesitan.
Se debe valorar la iniciativa, el trabajo colaborativo a nivel nacional e internacional, y los esfuerzos por conseguir recursos externos. También se debe ser flexible, brindando algunos espacios para proyectos en temas fuera de agenda y para el desarrollo de innovaciones radicales.
Se debe tener empatía para aceptar fracasos en proyectos muy novedosos. Por último, paciencia. Por ejemplo, Charles Darwin tardó más de dos décadas en publicar El Origen de las Especies , la obra más importante del siglo XIX.
Keilor Rojas es investigador y exviceministro de Ciencia y Tecnología.