Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han generado un gran impacto en la vida de las personas desde la forma de trabajar, los hábitos de consumo, los medios para comunicarnos y hasta la manera de interrelacionarnos.
Las telecomunicaciones y las TIC evolucionan de forma acelerada; sobrevivirán solo quienes aprovechen las tecnologías para innovar y renovar sus procesos y modelos de negocio. Sin embargo, resulta vital conocer la realidad del país, respecto al resto del mundo, para definir hacia dónde apuntar y en qué lapsos de tiempo podemos cumplir con las metas.
La evidencia internacional nos muestra que los países desarrollados cuentan con mayor infraestructura de redes de banda ancha y, a su vez, registran un uso más generalizado de las TIC por parte de toda su población, generando más innovaciones que mejoran su capacidad productiva y económica.
Desde una posición sistémica, la alfabetización digital, la construcción de infraestructura que permita la expansión de banda ancha y la disponibilidad de servicios digitalizados desde el Estado, son tres de los retos más acuciantes del Viceministerio de Telecomunicaciones, pero esta “visión país” trasciende la responsabilidad del Estado e involucra actores privados, operadores, cámaras y ciudadanía.
Según la encuesta “Acceso, Uso y Satisfacción de los Servicios de Telecomunicaciones 2013”, del Micitt, más del 34% de la población en el país utiliza Internet fijo en redes sociales versus un 3,2% que lo aprovecha para gestiones bancarias o un 1,4% para realizar trámites gubernamentales.
La alfabetización digital, entendida como el proceso para adquirir una serie de destrezas y habilidades en el manejo de las TIC, es un pilar fundamental para una economía basada en el conocimiento.
El desarrollo de capacidades en nuestra población para hacer un uso seguro, responsable y productivo de las TIC, se convierte en un compromiso ineludible que va más allá del acceso.
Aunado a lo anterior, el otro gran reto es promover la expansión de redes de banda ancha de alta velocidad, asequible y accesible para toda la población. En Costa Rica, la penetración de Internet fijo a diciembre del 2013 era de 10,58%, y la penetración de internet móvil de 67,68%, independientemente del rango de velocidad.
Parte de este desafío, es encontrar los mecanismos que permitan el ágil despliegue de infraestructura, así como definir y diferenciar los parámetros de velocidad de conexión para acceso y servicio universal con solidaridad, respecto a los parámetros de banda ancha para el resto del mundo económico, tomando en cuenta nuestra incorporación a la OCDE, y generar seguridad jurídica en el sector, para crear un ambiente adecuado para la atracción de inversiones y el desarrollo de nuevos emprendedurismos que impulsen el dinamismo económico.
El tercer elemento es la generación de contenido, aplicaciones y servicios por parte del Estado para la población. Los beneficios económicos y sociales del uso de las TIC requieren que exista un entorno que promueva su uso y apropiación. Resulta propicio impulsar su crecimiento y desarrollo desde el gobierno electrónico en ámbitos como salud, educación, comercio y herramientas para la promoción de nuevos emprendimientos.
Otros desafíos
Dos objetivos a corto plazo marcarán la pauta de la rectoría y definirán una ruta país en el sector de Telecomunicaciones: el Plan Nacional de Desarrollo de las Telecomunicaciones y la presentación al país de un plan específico que permitirá alcanzar los objetivos de disminuir la brecha digital y democratizar el acceso y servicio universal con solidaridad, de manera que los recursos de Fonatel se inviertan en los grupos vulnerables, en concordancia con el Plan Nacional de Desarrollo y la Estrategia de Disminución de la Pobreza “Puente al Desarrollo”.
Asimismo, ordenar el espectro radioeléctrico y avanzar en la transición a la televisión digital y preparación de la población, son otros desafíos que nos ocuparán los próximos tres años.
Hoy por hoy el Micitt tiene el segundo menor presupuesto del Poder Ejecutivo. En esta dirección, un reto para el Estado es invertir recursos de manera racional, pero eficiente, en aquellas áreas que, como la nuestra, significan desarrollo económico y social.
Todos estos retos pasan precisamente por abrir las puertas al diálogo permanente con los diferentes sectores, mantener un compromiso con el acceso y servicio universal para todas y todos y en especial para los grupos vulnerables, garantizar seguridad jurídica y apostar por más y mejor democracia.