Recientemente, la Bolsa Nacional de Valores (BNV), a través del Mercado Alternativo para Acciones (MAPA), y con el apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), comisionó un estudio sobre el estado del sistema emprendedor del país.
El interés particular de BNV en este tema se centra en el componente de financiamiento vía capital emprendedor (CE) y capital privado (CP), que constituyen las fases de financiamiento de los emprendimientos luego de las primeras inyecciones de recursos por medio de inversionistas ángeles y del llamado capital semilla.
El resumen del estudio (disponible en www.mapacr.com ), identifica 10 factores claves del sistema emprendedor que, si funcionan y articulan adecuadamente, producen un flujo de emprendimientos dinámicos (ED), o con potencial transformador (innovador) y de crecimiento (generación de riqueza y empleo), que por lo demás son atractivos para inversionistas de CE y de CP.
Uno de esos elementos es la existencia de capital humano (CH) emprendedor de calidad, que está íntimamente ligado a factores socioeconómicos, educativos y culturales, y que, en parte, depende de las actitudes, capacidades y conocimientos adquiridas desde la familia, y de si son (o no) reforzadas por el sistema educativo, el trabajo y la sociedad misma.
Otra variable es la estructura empresarial en lo referente a su sofisticación y nivel tecnológico, y el grado de vinculación de empresas hi-tech , al resto de la economía. Igualmente, el dinamismo y complejidad de la demanda son relevantes, ya que entre más prevalezcan, mayor tenderá a ser el flujo de iniciativas innovadoras y diferenciadas. La plataforma institucional de ciencia y tecnología para la innovación (C&TI) también incide sobre el perfil de ED.
Una dimensión adicional es la existencia de normas y regulaciones que fomenten el ED y su financiamiento, lo cual ha sido ampliamente reconocido por países como Israel, Irlanda, Singapur, EE. UU., Chile, Brasil, Colombia, y México (para citar algunos), que han adoptado políticas concretas en este sentido.
Finalmente, sin recursos financieros, los ED no podrían concretarse. De ahí que el estado de desarrollo de la cadena de financiamiento, compuesta por fuentes de capital específicas para cada etapa del ciclo de vida, es trascendental.
Deficiencias de siempre
El estudio se basó en parte en el Índice de Condiciones Sistémicas para el ED de Prodem (2012), que conjuga los factores descritos y se elabora para 51 países ( www.prodem.ungs.edu.ar ). Aunque el índice 2013 señala avances importantes, nuestras principales debilidades persisten). En él, Costa Rica (CR) se posiciona encima del promedio de América Latina (32,1 vs 29,7), pero debajo del de los tres países mejor calificados de la región (37,7), y muy lejos del promedio del top tres internacional (68,2).
No podemos ahondar en detalles aquí, no obstante, las siguientes deficiencias se revelan como las principales para Costa Rica:
1) Falta de CH emprendedor orientado al crecimiento. Al parecer, la mayoría de nuestro CH emprendedor se dedica a proyectos de subsistencia y no de innovación y (agregamos) es posible que esto tenga que ver más con aspectos culturales y de formación familiar y educativa, que con la calidad global de nuestro sistema académico.
2) Baja contribución de la plataforma de C&TI. Este aspecto sorprende, sin embargo es una debilidad generalizada en la región (ocupamos el tercer lugar, pero con puntaje de solo 19,5).
3) Ausencia de financiamiento. En esto vemos avances recientes, específicamente con el Programa de Capital Semilla del Sistema de Banca para el Desarrollo.
Acogiendo algunas recomendaciones del estudio y experiencias como la de Colombia, la BNV planea impulsar un ambicioso proyecto enfocado en al menos tres ejes para fomentar el surgimiento de fondos de CE y CP en el país.
La agenda de trabajo se enfocaría en: a) el establecimiento de un fondo de CE y CP, financiado por agencias internacionales de desarrollo (y quizás por inversionistas institucionales locales), que impacte positivamente al creciente flujo de ED que se observa en el país y visibilice el valor de este instrumento para el desarrollo; b) el mejoramiento del marco regulatorio y jurídico en varias áreas que obstaculizan, o no incentivan, el surgimiento de estos fondos; y c) la creación de programas académicos para la formación de gestores y asesores de estos y de instrucción general para el público interesado.