Un cambio de actitud a nivel nacional y el combate a la corrupción son dos pilares para nuestro desarrollo futuro porque permitirán una plataforma social más justa para la creación y distribución de riqueza. Pero son solamente el principio. El ritmo al cual nuestros países vecinos están cambiando y accediendo a fondos para proyectos de desarrollo, desafía el futuro de Costa Rica.
Lo que no debemos envidiar es el espejismo de un desarrollo económico efervescente pero pactado con una corrupción entronizada que se reparte a manos llenas mientras el resto de los ciudadanos mejoran lentamente sus condiciones económicas a base de las sobras que caen de esa mesa de banquetes. Ese es el modelo equivocado y no es, definitivamente, el modelo singapurense. Eso sería una bomba de tiempo.
El desarrollo económico se logrará más efectivamente si se combate y reduce la corrupción que obstruye las arterias de la distribución de la riqueza.
Un tercer frente de acción que propongo es la identificación de nuestros recursos críticos. Los equivalentes de la tierra para Singapur, que bien pueden no ser recursos físicos, sino habilidades y competencias nacionales que nos han servido de motores de desarrollo en el pasado. Alrededor de esos recursos críticos podremos entender y diseñar un mejor rol para nuestros gobernantes. Menciono algunos a manera de ejemplo:
El turismo . Nuestro reconocimiento internacional en la materia es innegable. Costa Rica tiene la capacidad para ser un centro mundial de innovación y desarrollo turístico sostenible que brinde oportunidades a más y más empresarios talentosos. Sin embargo, frente a esa oportunidad el tiempo avanza y la diferenciación con nuestros vecinos y países competidores se erosiona rápidamente. Mientras tanto carecemos de una estrategia claramemte articulada.
Exportaciones no tradicionales . ¿Cómo podemos transformar nuestras experiencias exitosas en este rubro en un generador inagotable de oportunidades y desarrollo? Consolidar una innovadora banca de desarrollo debería ser un componente infaltable de dicho esfuerzo.
Nuestra posición geográfica . La delantera que ha tomado Panamá en el tema logístico no significa que no podamos explotar nuestra ubicación geográfica. Un canal seco de calidad mundial está al alcance de nuestras manos pero tiene más de 30 años de análisis y discusiones por parte de nuestros líderes y padres de la patria. La riqueza que dicho canal hubiese creado en ese mismo tiempo haría palidecer la que está logrando nuestro vecino.
En cambio, nos hemos acostumbrado a la inoperancia, la falta de visión y la dictadura de sindicatos y grupúsculos de poder político y económico que lucran de mantener al país postrado en el statu quo .
Nuestra gente . El costarricense se ha caracterizado por ser un talento de exportación. Las multinacionales y empresas regionales se nutren de nuestros profesionales bien educados y talentosos. Una combinación poderosa pero que, paradójicamente, escasea en las esferas del Gobierno e instituciones públicas. Allí más bien hemos dejado proliferar la burocracia de profesión y la insensibilidad por los conciudadadanos.
Gestión de largo plazo
Finalmente, la cuarta acción es planificar y gestionar a largo plazo esos recursos y sectores críticos, emulando el plan maestro de la ciudad de Singapur en cada uno de ellos. Un plan detallado de acción cuyo cumplimiento pueda ser asegurado con la ley y la participación de la empresa privada, ciudadanos y gobiernos que los custodien y actualicen cada 5 ó 10 años. Blindarlos contra los cambios de gobierno, como es el caso del Canal de Panamá, protegido por una ley que está más allá del alcance del gobierno de turno.
¿Qué hacer a largo plazo con cada uno de estos y otros recursos críticos no es materia de un iluminado, sino la responsabilidad de todos los sectores del país?
Obviamente se requieren mecanismos efectivos para capitalizar la participación ciudadana, pero mi punto, estimado lector, es que esto es nuestra responsabilidad individual también, aceptando de antemano que el consenso absoluto es una falacia.
Costa Rica, se nos acaba el tiempo. El futuro será de los países que se muevan y adapten rápido. Eso requiere un acuerdo nacional alrededor de una visión de país que sea compartida, lo cual no logrará nunca un gobierno y mucho menos un caudillo por su propia cuenta.
Se requiere del esfuerzo bien orquestado y dirigido de todo un país que lo desee y anhele con urgencia. Ya no aprendamos más de Singapur, es tiempo de actuar para emularlo.