El editorial de EF de la edición 1054, titulado “Formar para el futuro”, argumenta la inexistencia de una serie de “tendencias de formación” universitarias costarricenses, entre ellas, la “biotecnología y genética, e innovación”.
Sin embargo, la carrera de Ingeniería en Biotecnología (IBio) del TEC, establecida en 1997, reúne estos tres elementos y ha superado las necesidades y destrezas planteadas por el editorialista.
Veamos. Esta formación ingenieril se inició con un novedoso plan de estudios, actualizado ya cuatro veces. Ha gozado de una buena acogida estudiantil y alta selectividad: para el 2016, de 1.550 solicitantes solo 36 serán admitidos. El 60% del estudiantado son mujeres, se promedian 4,5 años en alcanzar el bachillerato y la graduación es del 95%.
Destacable también son los esfuerzos pioneros en internacionalización, pues el 12% de los trabajos de graduación se han realizado en 13 diferentes países.
Decisivo es el impulso de un espíritu emprendedor entre los futuros biotecnólogos, los cuales sobresalen como finalistas en concursos de emprendimiento a nivel nacional e internacional. Muestra de ello son los seis proyectos ganadores de Yo Emprendedor en recientes ocasiones.
IBio ha sido reacreditada por un lapso de ocho años ante Sinaes, plazo concedido por primera vez a una carrera universitaria de ingeniería. La mitad de los estudiantes son asistentes en proyectos ejecutados en el Centro de Investigación en Biotecnología (CIB). Además, se apoyan firmemente las investigaciones estudiantiles, financiadas por la Vicerrectoría de Investigación y Extensión y así, para el periodo 1989-2015, el 42% de ellas ha sido ejecutada por nuestros alumnos. Todo lo anterior está basado en el lema: “Biotecnología: evolucionando hacia la excelencia”.
Es, pues, una opción académica dirigida a los retos y las posibilidades futuras de la nación. Pero quienes no han estado a la altura de ella, son los sectores empresariales y financieros. Que no han podido percibir la magnitud del mercado global biotecnológico, superior a los $400 billones anuales y que Costa Rica posee el recurso humano, la infraestructura estatal y la biodiversidad existentes, para posicionarse en el trepidante progreso mundial, impulsado por la biotecnología.
Desafortunadamente, posiciones como el citado editorial, robustecen la idea de una ausencia de innovación local, lo cual nos refuerza en el subdesarrollo tecnológico y la dependencia inventiva, al enfatizar en el pesimismo, la subestimación, desconfianza y resignación.
Estas impresiones negativas se intentan día a día cambiar en nuestro alumnado, para que se entienda y acepte, que es posible progresar e innovar en nuestra patria y sociedad, a pesar de las adversidades.