La economía costarricense crecerá en 2016 en un 4,2 según el Banco Central. Este es un mejor desempeño que el 2,8 por ciento del año pasado. ¿Será realista esta proyección? ¿Será suficiente este crecimiento para reducir el alto desempleo? ¿Estamos haciendo lo suficiente para promover el crecimiento?
El bajo crecimiento de la producción durante el año pasado se explica parcialmente por la desaparición de la actividad industrial de la empresa Intel. Este impacto ya no se repetirá durante el 2016. Por lo tanto, existe un elemento puramente aritmético que llevaría a un mayor crecimiento durante el 2016.
Durante el 2015 ocurrió una contracción del sector agropecuario, especialmente se redujo la producción y la exportación de banano y piña. Este fenómeno obedeció a condiciones del clima que posiblemente no se repitan en el presente año.
Con respecto a nuestra relación con el exterior, hay que tomar en cuenta que, por un lado, sería de esperar que el mayor crecimiento de la economía de Estados Unidos durante el 2016 apoye un mayor dinamismo de nuestro sector exportador, pero, por otro lado, hay dos factores que pueden echar por tierra este mayor dinamismo: uno es el riesgo de menor crecimiento en los países emergentes y otro es la sobrevaloración del colón con respecto al dólar, que reduce los incentivos del sector exportador y expone a mayor competencia al sector productivo nacional que compite con la importación de bienes.
Otro elemento que viene del exterior es la reducción del precio internacional del petróleo que permite un mayor poder de compra local y un impulso sobre la demanda interna.
En nuestra opinión, el balance de los aspectos anteriores permitiría la materialización del crecimiento estimado por el Banco Central, a pesar de los riegos existentes.
No se debe perder de vista que el nivel de crecimiento estimado de la economía para el 2016 es modesto con respecto a lo observado en los últimos 15 años y está lejos de constituir un impulso extraordinario para generar empleo y reducir el desempleo. En otras palabras, con este crecimiento proyectado, difícilmente se podrá cambiar en forma drástica el mal desempeño del mercado laboral.
Lamentablemente, las autoridades no tienen una política especialmente fuerte para promover el crecimiento y el empleo durante el 2016. Más bien, el financiamiento del altísimo déficit fiscal estrujará la inversión del sector productivo, elevará el nivel de endeudamiento del Gobierno Central y pondrá en riesgo el acceso del país a los mercados financieros externos.
El Banco Central estima que la construcción asociada al sector público se reducirá durante este año, lo cual indica que será un mal año para avanzar en la mejora de la infraestructura. Tampoco se observan cambios importantes en otros aspectos de las políticas para mejorar la competitividad del país. Es decir, se está haciendo poco para promover el crecimiento en el largo plazo.
Tres conclusiones para finalizar: primero, no vemos irrealizable un crecimiento del PIB del 4,2% en el 2016; segundo, este es un crecimiento insuficiente para enfrentar los problemas de empleo del país y, tercero, lamentablemente las políticas oficiales no están haciendo lo suficiente para promover el crecimiento de la producción y del empleo en el corto y largo plazo.