Las elecciones del pasado miércoles en los Países Bajos han dado la victoria al primer ministro Rutte, quien deberá formar una coalición de gobierno, pues sus 33 escaños están lejanos de la mayoría necesaria (76). La participación fue alta, alcanzó más del 80% de los votantes.
El gran perdedor ha sido el populista, eurófobo e islamófobo, Geert Wilders, quien hasta hace algunas semanas figuraba como primero en las encuestas.
El Partido de la Libertad, que arropaba su discurso antieuropeo ha obtenido únicamente 20 escaños en un parlamento muy fragmentado, donde el abanico legislativo incluye partidos socialdemócratas, liberales de derechas y de izquierdas, demócrata-cristianos, animalistas y hasta pensionados.
Las negociaciones para la formación de una coalición gobernante se anuncian largas y difíciles en medio de este panorama de fuerzas tan diversas y equiparadas.
Las consecuencias son importantes para la Unión Europea. Algunos llegaron a entrever una salida holandesa de la UE si los extremistas de ultraderecha triunfaban, siguiendo por la ruta del Brexit, en momentos en que se celebra el 60 aniversario de los tratados de constitución de la UE.
La pérdida de Wilders ante el panorama de las elecciones en Francia y Alemania podría presagiar una derrota de la eurófoba señora Le Pen en Francia y los emergentes partidos de extrema derecha en Alemania. Hay que recordar que Italia enfrenta también la amenaza populista y una posible elección.
Europa no es Estados Unidos y el fenómeno deTrump no se replicó en Holanda, resta ver si el ascenso del discurso contra los migrantes y las instituciones europeas puede repetirse y si los otros populistas europeos perderán el aliento en el curso de la carrera como le ha pasado a Wilders.
La primera prueba será la elección francesa de las próximas semanas. ¿Logrará ganar Le Pen?, o ¿un candidato centrista (Macron) le pondrá límites?