El progreso social, definido como la capacidad de una nación para satisfacer las necesidades básicas de su población, al tiempo que se despliegan instrumentos para que cada comunidad y familia mejore su calidad de vida y se cree un ambiente en que cada individuo tenga la oportunidad de alcanzar su pleno potencial, acaba de ser medido por primera vez a nivel global.
El índice de progreso social mide un total de 12 componentes, a su vez compuestos por un total de 54 indicadores de desempeño social, sin incluir ningún indicador de carácter económico. Esto último se hizo con la idea de permitir, por primera vez a escala global, comparar la relación del ingreso per cápita de cada país evaluado con su desempeño social “puro”.
El país con mayor progreso social es Nueva Zelanda, a pesar de ser el número 26 en ingreso per cápita.
Estados Unidos, segundo en ingreso, ocupa la posición 16 en progreso social.
Canadá es la única nación del G8 clasificada entre las 10 más progresistas y Rusia se encuentra entre las naciones más alejadas de un progreso social acorde a su nivel de ingreso.
Costa Rica, por su parte, ocupa la posición 25, lo que la ubica como la primera nación de Latinoamérica en la clasificación, a pesar de estar situada en la posición 54 en ingreso per cápita.
Nuestro país supera a muchas naciones de mucho mayor ingreso per cápita y, pese a las deficiencias que los costarricenses vemos y señalamos a cada instante, la verdad es que este es objeto de estudio –y hasta de alguna envidia, diría– por parte de muchas naciones emergentes que quisieran tener niveles de desempeño social como los que muestra Costa Rica.
Esto se podría interpretar, o al menos se puede plantear como hipótesis que, en comparación con otras naciones: “Costa Rica ha sido eficaz en convertir su crecimiento económico en progreso social para su gente”.
No sería un mal titular para la prensa, ¿verdad?