El principal objetivo del Banco Central de acuerdo con el artículo 2 de su Ley Orgánica es “mantener la estabilidad interna y externa de la moneda nacional y asegurar su conversión en otras monedas”.
Para lograrlo, tiene como objetivo subsidiario el control de la inflación que le viene dado por el inciso a) de este artículo que establece: “Promover el ordenado desarrollo de la economía costarricense a fin de lograr la ocupación plena de los recursos productivos de la Nación procurando evitar o moderar las tendencias inflacionarias o deflacionarias que puedan surgir en el mercado monetario y crediticio”. También el artículo 71 le da esa función al dictar que el “Banco Central procurará controlar toda expansión o contracción anormales de las variables monetarias, capaces de producir alteraciones perjudiciales en los niveles internos de costos y precios en la actividad económica general del país”.
El Banco se ha tomado muy a pecho estas funciones y ha hecho del control de la inflación una de sus mayores obsesiones y anualmente se fija metas de inflación en su programa monetario.
Para el 2014, la meta fue que la inflación fluctuaría del 3% al 5%. El resultado final de acuerdo con el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue de 5,13%, saliéndose un poquito del rango superior, por lo cual estaríamos tentados a felicitar al Banco por su gestión y con seguridad sus jerarcas deben sentirse orgullosos. ¿Pero en realidad este resultado se debe al Banco? Pareciera que no.
¿Control efectivo?
A noviembre del 2014 el dato acumulado del índice era de 5,35% y bajó a diciembre en 0,22 puntos porcentuales. Pero esta baja fue totalmente ajena al Banco y obedeció al descenso en el precio de los combustibles. De no haber ocurrido la inflación hubiese sido superior al 6,0%, por encima de la meta.
Aún con el resultado el 5,13% la inflación fue superior en 39,4% a la registrada en el 2013 que fue del 3,68%.
Es más con este resultado se rompió con la tendencia descendente iniciada en este indicador a partir del 2010, siendo el crecimiento promedio en el 2010-2013 del 4,70%. Entonces no hay razón para ufanarse.
El IPC que calcula el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) está en función de la estacionalidad de los productos y servicios incluidos en la canasta básica, por ejemplo la mayor o menor cosecha de los tomates, los precios de los casados, las tarifas de buses, el costo de la electricidad, cambios en los precios de los bienes regulados, y fundamentalmente la incidencia en ellos de los precios internacionales, especialmente el de los combustibles que tienen una alta ponderación en la canasta. ¿Dónde está aquí la acción del Banco Central para lograr la reducción de la inflación?
Política inflacionaria
Por el contrario, en el 2014 sus políticas cambiaria y monetaria fueron algo inflacionarias.
En la primera propició una devaluación del colón del 7,58% medida por el promedio de los tipos de cambio de compra y venta del dólar. A diciembre del 2013 el precio fue de ¢501,40 y un año después del ¢539,47. Si se mide por el Mercado de Monedas Extranjeras la depreciación fue del 7,62%.
Para alcanzar esta devaluación, el Banco Central se comió en el año $119,5 millones de sus reservas monetarias internacionales netas. Su política cambiaria fue entonces inflacionaria y terminó con la apreciación del tipo de cambio que se inició en el 2010 en la administración Chinchilla que en promedio fue del 2,82%, lo que le permitió tener una inflación media baja del 4,70%. ¿Estamos volviendo a las minidevaluaciones?
Si se refiere al control del dinero, al mes de noviembre del 2014 la Base Monetaria llevaba un alza anual del 10,97% (superior a la del 2013 que fue del 6,69%), el Medio Circulante tenía un incremento del 10% (mayor al del año pasado que fue 8,79%) y el cuasidinero estaba creciendo en 15,85% (contra 12,82% del año previo). Es decir inyectó más liquidez a la economía, que no está en pleno empleo, todo lo contario, y consecuentemente su política monetaria fue también inflacionaria.
Bajo este análisis el Banco Central con sus políticas cambiaria y monetaria fue un factor determinante en el alza de la tasa de inflación que pasó de 3,68% en el 2013 a 5,13% en el 2014.
Si bien el resultado quedó cerca de la meta, fue producto de factores exógenos a su gestión que lo ayudaron a que no fuese superior al 6,0%. Nada por lo que ufanarse entonces, ni es una prenda a destacar del presente gobierno.