Por la gran influencia de Estados Unidos, la elección presidencial del 6 de noviembre es, sin duda, un tema importante para Latinoamérica. Sin embargo, no parece que el resultado vaya a representar cambios dramáticos para la región en el corto plazo.
De hecho, Latinoamérica prácticamente no ha estado en la agenda de la campaña ni en los debates.
En el caso de Costa Rica, como sabemos, EE. UU. es un socio clave en materia de comercio e inversión. El 38,1% de nuestras exportaciones y el 47,8% de nuestras importaciones en el 2011 se relacionan con ese país. Asimismo, el 62% de la inversión extranjera directa en el mismo año provino de Estados Unidos. Lo que ocurra con esa economía en los próximos años sí va a ser muy relevante.
En temas económicos hay diferencias importantes entre los candidatos. Obama plantea subir impuestos a los sectores de mayores ingresos, continuar con la reforma al sistema de salud e invertir en educación y energías limpias. Su enfoque es el de un gobierno más intervencionista y proactivo. Su principal debilidad es la situación de la economía estadounidense, que aunque muestra algunos signos de recuperación, sigue relativamente estancada, con un nivel de desempleo cercano al 8% y un déficit fiscal que se ha incrementado hasta alcanzar US$16 billones.
A pesar de la situación económica, las propuestas de Obama en el campo social y su capacidad de inspirar, unido a cierta desconfianza de los votantes independientes hacia el candidato republicano, le daban a Obama una ventaja aparentemente cómoda en las encuestas hasta fines de setiembre. Sin embargo, el primer debate entre los candidatos, del 3 de octubre, cambió la dinámica de la campaña, dado el discreto desempeño de Obama y el mayor dominio de temas económicos que exhibió su oponente.
Mitt Romney, candidato republicano, aboga por recortes de impuestos, derogar la reforma de salud de Obama, eliminar regulaciones excesivas y una línea más dura en política internacional. Plantea reactivar el comercio con Latinoamérica y suscribir nuevos tratados comerciales, aunque no están claros los detalles. Sus ideas más proclives al libre comercio y menos comprometidas con los poderosos sindicatos estadounidenses, podrían prever una mejora en el comercio con Latinoamérica, aunque en el fondo lo determinante será el comportamiento de la economía estadounidense, como se indicó.
El récord de Obama en sus políticas hacia Latinoamérica es deficitario. Su gobierno mostró una posición ambivalente en la crisis política del 2009 en Honduras y ha contribuido a debilitar a la OEA. Ha sido tibio en contrarrestar las tendencias antidemocráticas de Chaves y sus gobiernos cercanos en Suramérica. Durante más de dos años congeló los tratados de libre comercio con Panamá y Colombia, aunque al final los envió al Congreso y logró su aprobación. La iniciativa “Caminos a la Prosperidad en las Américas” despertó interés e ilusiones, pero se ha quedado en un ejercicio retórico, con pocos resultados.
A hoy las elecciones se encuentran prácticamente en un empate técnico. Además, el sistema electoral estadounidense le da un peso crucial a ciertos estados, que podrían decidir la elección aún en contra del candidato que gane el voto popular a nivel nacional.
Debemos estar atentos al resultado y a los mensajes del candidato ganador, sobre todo en lo relacionado con la evolución de la economía estadounidense y su impacto en nuestro país.