Efectivamente la economía costarricense se enfrenta a una mayor vulnerabilidad en términos de estabilidad interna y externa. Tal como lo plantea el Editorial, la fragilidad de la situación fiscal y la tímida respuesta del gobierno actual dejan ver un mayor riesgo país que se traducirá en el mediano plazo en una calificación de deuda menos favorable y un mayor costo del endeudamiento público y privado.
De no tomarse a tiempo medidas en lo fiscal la situación del país –en términos de su estabilidad de macroprecios– estará en peligro. Es notorio el crecimiento de la inflación en el 2014, la tasa de interés será más alta al finalizar el año y es predecible un ajuste cambiario mayor de continuar las condiciones de la economía internacional.
Coincido de manera sustantiva con los cinco elementos descritos por el editorial, aunque sigo pensando que la mayor debilidad estructural de la economía es su condición de baja productividad y de creciente desempleo estructural. La generación de empleo de calidad está muy comprometida por la desigualdad en el acceso a educación de calidad y por las deficiencias del sistema de apoyo al ecosistema productivo, que genera grandes desigualdades en los campos de acceso al crédito, asistencia técnica y mejora productiva a las pymes.
Se suma la falta de una infraestructura y logística de calidad, la baja calificación de mano de obra en los ámbitos técnicos y el escaso acceso a crédito en condiciones adecuadas. Ciertamente debe preocuparnos y ocuparnos la estabilidad de precios, pero no deberíamos ocultar ni descuidar los factores de oferta que mejorarían el crecimiento y la productividad de nuestro ecosistema productivo.