En las últimas semanas, se han escuchado varias voces –la de don Ottón Solís, la de Abril Gordienko, la de Velia Govaere, entre otras– que plantean la posibilidad de lograr un “gobierno de unidad nacional”, entendido como un gobierno que logra un acuerdo nacional para que el país avance de manera clara en temas prioritarios y de alto impacto en el desarrollo, sin que implique abandonar la lucha democrática por el poder ni las labores de control político que debe realizar a oposición.
Es una idea que, en otras versiones y ocasiones, se ha planteado en el pasado. Recordamos el proceso de concertación durante el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez, por ejemplo. En este mismo gobierno, se establecieron mesas de trabajo que rindieron informes que, en alguna medida, han derivado en agendas de trabajo –en mi opinión incompletas y poco representativas– para algunos sectores y temas prioritarios.
Pero pese a fracasos anteriores, la idea tiene mucho mérito y no debe ser abandonada.
Hay temas de importancia nacional en donde las visiones de personas y partidos no parecen estar muy lejos, como son el combate a la pobreza (en la que, de hecho, ya opera una gran alianza público-privada); la infraestructura logística nacional; la reforma educativa, y alguna suerte de acuerdo fiscal que toque tanto el gasto como el ingreso, entre otros, en que parece factible lograr acuerdos de progreso acelerado.
Es urgente abordar este tema. La oportunidad y la aparente voluntad de algunos líderes de desentrabar la agenda nacional en estos temas es demasiado importante para dejarla pasar.
Hay que crear foros de discusión y análisis de esta iniciativa pronto para que no pierda fuerza y quienes la apoyamos, tengamos la oportunidad de escuchar de primera mano a líderes nacionales disertar sobre el tema.
Un acuerdo nacional es posible y debemos hacer todo lo posible por alcanzarlo. No ganará el Gobierno. Ganaremos todos.