Hace tres semanas, en este mismo medio fue publicado un reportaje titulado “Brecha de escolaridad entre adinerados y pobres creció 34% en 20 años” (edición 944, del 3 de noviembre anterior), que ha causado una serie de cuestionamientos tanto por la realidad que expone la investigación como por la interpretación que se le ha dado a los resultados expuestos.
En aras de aportar al análisis de la realidad educativa del país, presentamos algunos datos que podrían clarificar, en parte, algunos de los puntos que han sido debatidos. Los datos provienen de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples y Encuesta Nacional de Hogares y corresponden a la población de 25 a 65 años de edad, al igual que los datos presentados por el reportaje, pero se diferencia en que se utiliza el ingreso primario (personal) para el ordenamiento de los quintiles de ingreso y no el ingreso del hogar.
La brecha
Tal como lo indica el reportaje, y que posteriormente fue reafirmado por el ministro de Educación, Leonardo Garnier, las personas analizadas son individuos que, de acuerdo con la edad oficial para cursar cada ciclo educativo en Costa Rica, debieron haber concluido la Educación General Básica en 1999 o antes, o la Educación Diversificada en el 2001. Algunas personas podrían haber concluido la educación secundaria a sus 25 años en el 2009 en modalidades educativas fuera de la educación formal, sin embargo, se asume que estos casos son minoría.
La escolaridad promedio para la población trabajadora de 25 a 65 años en Costa Rica ha aumentado de 6,9 años en 1990 a 8,6 en el 2009. Este crecimiento se hado en todos los quintiles de ingreso en que se puede dividir a la población, y es mayor entre más alto sea el quintil en que se encuentre el individuo, lo cual se refleja en la ampliación de la brecha que se reporta en EF. Esto no implica necesariamente que la ampliación de la brecha sea consecuencia directa de la desigualdad de ingresos.
Aunque se podría pensar que el nivel de ingresos actual está determinando los años de educación, en realidad son los años de educación los que determinan en gran medida el nivel de ingresos actual que posee un individuo.
Desigualdad
El reportaje publicado en EF pudo ser mal interpretado por algunos lectores, confundiendo los conceptos de brecha en promedios de años de educación con desigualdad educativa; estos conceptos miden cosas distintas.
Específicamente, la desigualdad por años de escolaridad de toda la población puede dar una representación más precisa de lo que está sucediendo con la disparidad por nivel educativo en general, sin enfocarse solamente en el quintil más pobre y el más rico.
Para esto pueden utilizarse diferentes índices de desigualdad como el coeficiente de Gini, el índice de Theil, índice de Atkinson, entre otros. Sin embargo, el coeficiente de Gini es el más utilizado porque su cálculo no requiere la exclusión del grupo de población con cero años de educación. Este coeficiente varía entre 0 y 1, cuanto más cerca esté del 1 mayor es la desigualdad.
La desigualdad educativa en general, medida por el coeficiente de Gini, ha disminuido desde 1990 y continuará así dado el aumento en cobertura y la reducción de las brechas a las que el ministro Garnier hace referencia en su artículo “Las brechas se reducen” , publicado en la edición 945.
Sin embargo, toda esta información refiere únicamente a “cantidad” educativa y no a “calidad”. Un coeficiente de Gini para la calidad educativa podría mostrar una tendencia diferente, pero actualmente no se disponen de datos para medir la calidad de la educación.