Nuestro país ha liderado por años valiosos esfuerzos de conservación del bosque y de protección de la biodiversidad, ideando e implementando mecanismos innovadores que se han visto exitosamente replicados en otros países y regiones del mundo. Ese magnífico esfuerzo, aunque claramente adolece de mejoras significativas especialmente cuando se trata de las agendas ambientales “no verdes”, nos ha permitido, a pesar de todo, una imagen destacable en el mundo alcanzando un claro reconocimiento como uno de los países más comprometidos con la naturaleza.
Dejando de lado lo que aún nos enfrenta en materia de ordenamiento y saneamiento ambiental, quiero destacar la enorme ventana de oportunidad que tiene Costa Rica para incursionar de pleno y de forma exitosa en la dinámica global de los negocios ambientales. El sector de los negocios ambientales en el nivel internacional ya supera el de la industria farmacéutica y da muestras de franco crecimiento.
Costa Rica goza de valiosas condiciones para impulsar de forma visionaria una política de emprendedurismo y exportación verde que le permita a las miles de pymes entender la consigna ambiental e incorporarla en una estructura de negocio no tradicional, ojalá que nazcan con una visión de la cuna a la cuna, que las lleve a desarrollarse y a competir hacia afuera en mercados verdes consolidados y nichos de mercado más sofisticados, aprovechando esa marca país.
Una incubadora
Considero valioso repasar aspectos como el tamaño, madurez y perfil del consumidor en el mercado nacional y cotejarlo con el perfil del emprendedor costarricense, quien destaca por su gran sentido de innovación y creatividad y por un compromiso implícito con la naturaleza.
La suma de estos aspectos, entre otros de coyuntura, nos puede llevar a una conclusión algo atrevida. Aunque Costa Rica es pequeña y hasta parece incipiente ante el mercado, sí posee una característica que le hace particular: el país es, de forma espontánea, una incubadora de negocios ambientales cuyos emprendedores, pese a que aún no digieren el concepto de negocio ambiental, van por esa vía y demuestran tener el ímpetu necesario para atravesar los retos que implica abrirse campo con sus propuestas hacia una nueva forma de hacer negocios en un mercado global en vertiginosa transición.
Invito a todos los emprendedores a reconocerse y acercarse a esta ventana de oportunidad, y a las entidades competentes a prestar la atención que merecen los negocios y empleos ambientales.