Es indudable que la apertura del sector de telecomunicaciones, y en particular la de servicios móviles y banda ancha, constituyen los mayores desafíos para el grupo económico ICE, no es casualidad entonces que esa institución haya registrado una pérdida neta de ¢22.112 millones para el 2011, de los cuales ¢8.283 millones se le atribuyen directamente a Racsa.
Si vemos la crisis como una oportunidad para el grupo conformado por el ICE y sus empresas resulta imperativo que se reinventen, que mejoren la calidad de sus servicios, que diversifiquen su cartera de productos y que sus inversiones estén alineadas con las necesidades del mercado. Por ello, se impone que la ruta trazada para Racsa no sea distinta en esencia de la del ICE.
Invertir entre redes híbridas de cable coaxial y fibras ópticas (compra de una empresa de cable por más de $20 millones) o de cobre combinado con fibras ópticas (red de acceso de nueva generación con un valor de $40 millones) no tienen mucho sentido frente a una red FTTH (fibra al hogar) de Racsa que representa una inversión de más de $20 millones, debido a la promesa de Racsa y VíaEuropa de ofrecer tarifas de bajo costo.
Por el contrario, el modelo de privatización parcial de servicios suscrito en la alianza entre VíaEuropa y Racsa sí resulta interesante y podría consolidar esquemas similares con otros servicios, por ejemplo LTE. Dado que el modelo de coexplotación le daría un respiro económico al ICE y disminuiría riesgos propios de la adquisición de tecnología de punta.
Esta quizás, pueda ser una buena hoja de ruta para enfrentar la agresiva competencia que llegó para quedarse.