El Financiero , en su editorial de la pasada edición, urge a tomar decisiones sobre Racsa.
Y finaliza proponiendo una hipótesis.
“¿Por qué no absorbe el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) todos los clientes y activos de la subsidiaria (Racsa)…?”.
Por sus implicaciones, esa no debe ser la única hipótesis a considerar.
Racsa es, legalmente, un operador pleno de derechos, medios y atribuciones para prestar todo tipo de servicios de telecomunicaciones.
Como sociedad anónima es un poderoso instrumento para el ICE.
Ágil, gobernable, flexible para contratar, para establecer alianzas, para operar en el exterior, para incorporar pagos variables según resultados a su personal, etc.
¿Por qué una casa matriz abandonaría o cerraría una subsidiaria con estas características?
Racsa dispone de valiosas frecuencias del espectro radioeléctrico.
En ellas residirán en el futuro las tecnologías convergentes más eficientes y potentes: 4G, 5G y otras.
¿Si Racsa fuese absorbida por el ICE, el espectro ahora concesionado a la subsidiaria, pasará a la matriz?
Si la respuesta fuera negativa, ¿se perderá ese valioso patrimonio para el Grupo ICE?
Estos argumentos demuestran que no hay un único camino.
Al menos hay otra hipótesis válida que debe explorarse: que el ICE fortalezca su subsidiaria.
Que le traslade aquellos clientes, activos y negocios, en los que, competir como sociedad anónima, le da obvias ventajas.