Mitt Romney perdió las elecciones y a lo interno de su partido se levantan voces señalando las causas de la derrota.
Para unos, el alejamiento de la derecha y la búsqueda del centro explican el derrumbe; mientras que para otros, el extremismo del Tea Party, explicaría el daño causado a un Partido Republicano alejado del justo medio.
Ambos argumentos no logran explicar lo complejo del problema, aunque señalan factores que sí incidieron.
Alejarse del grupo ideológico dominante provocó una imagen de un Romney ambiguo. Conservador en las primarias y moderado en la nacional, generó distorsiones en las percepciones, con consecuencias negativas.
Las posiciones de los conservadores fiscales y de los conservadores sociales en torno a temas como déficit, aborto, matrimonio gay e inmigración se alejaron de la corriente principal de la opinión ( mainstream ). Este distanciamiento permitió que los moderados, estimulados por la estrategia de los demócratas, se asustaran con el supuesto extremismo del exgobernador.
La desafortunada referencia del candidato republicano al tema de las deportaciones de los inmigrantes sin papeles produjo una fuerte reacción en el electorado latino, movilizado más intensamente a favor de Obama en esta elección que en la pasada.
Los errores republicanos se suman a los aciertos de Obama; pero fundamentalmente, a pesar de su derrota en el debate de Denver, un factor explicativo es el carisma del presidente.
Romney no logró neutralizar una imagen de multimillonario, hombre inalcanzable, mientras que Obama apareció como el hombre de clase media con una especial conexión con los problemas del ciudadano promedio.
Su papel serio y comedido durante la tormenta Sandy contribuyó a la consolidación de su imagen como capitán del navío y le restó dinamismo a la campaña de Romney, que venía en alzada después de un debate desastroso para el hombre de la Casa Blanca.