Rodrigo Baggio, emprendedor social brasileño y quien fundó el Centro para la Inclusión Digital, una organización que usa la tecnología para empoderar a las comunidades que viven en pobreza, supo cuál era su vocación desde los 12 años, luego de que su padre le regalara una de las primeras computadoras personales que se trajeron a Brasil.
“Yo me apasioné, empecé a aprender por mi cuenta, empecé a programar, a desarrollar software y juegos. Empecé a enseñar a mis amigos y profesores. Yo aprendí a aprender con la tecnología”, dijo Baggio, que visitó la semana pasada el país para participar en el concurso "Creador de Cambio Digital" de la empresa Tigo y, además, ofreció varias charlas a jóvenes.
Desde esa corta edad, Baggio también laboraba como voluntario con jóvenes que vivían en pobreza y se enfrentó a “situaciones límite” en las que tuvo que aprender sobre negociación de conflictos y cultura de paz.
Años después, Baggio ingresó a la Universidad Federal de Río de Janeiro a estudiar Ciencias Sociales, pero dos años después la abandonó y se fue a trabajarpara varias empresas multinacionales.
“Aunque sepamos que muchos emprendedores exitosos salieron de la universidad, yo no estimulo a los jóvenes a salir de la universidad. Creo que es muy importante cumplir su camino de la universidad. Pero, aquellos que se sienten llamados para actuar con impacto como emprendedores, pueden tener un camino alternativo a la universidad”, manifestó.
A los 21 años, Baggio estableció su startup de tecnología, en la que desarrollaba software para grandes empresas.
Pero, después de un tiempo, lo alcanzado ya no era lo suficientemente bueno para él.
“A los 23 años tenía dinero, mi casa, mi coche, pero no me sentía feliz, ni realizado. Yo decidí cambiar mi vida. Tuve una visión que apuntó para mí un camino, una dirección. Fue un sueño en que jóvenes pobres usaran la tecnología para conocerse a sí mismos, conocer a su comunidad y cambiarse a sí mismos y a su comunidad”, expresó el emprendedor de 45 años.
Hoy, con su organización –que es de carácter internacional- combina estos dos grandes intereses (la tecnología y el voluntariado) para ayudar a comunidades que se encuentran en condiciones de pobreza y empoderarlas con el uso de la tecnología.
¿De qué manera? Ha establecido centros educativos en favelas –precarios de Brasil- y cárceles en los que se les enseña a los niños y jóvenes a cómo usar una computadora y hasta desarrollan aplicaciones móviles.
También capacitan a pequeños empresarios para mejorar el rendimiento de sus empresas con herramientas tecnológicas.
El Centro para la Inclusión Digital tiene sedes en otros países como Venezuela, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Reino Unido, España, Portugal, México y Chile.
Transformación
Baggio recomienda a las pymes aventurarse a usar medios tecnológicos –como las redes sociales e Internet- para interactuar con los clientes y dar a conocer la empresa.
Para él, la tecnología no solo ha revolucionado la forma de hacer negocios, sino que puede ser una herramienta importante de cambio, de reinvención de la democracia y de la sociedad.
Una de las historias que más han tocado a este empresario es la de un joven brasileño llamado Wanderson da Silva Skrock, quien fue traficante de drogas del Complexo do Alemão, una favela ubicada en Río de Janeiro, Brasil.
Él tuvo contacto con la tecnología a través de la organización de Baggio en una de las cárceles juveniles, en la que estuvo recluido alrededor de tres años.
Según Baggio, el joven de 25 años decidió cambiar de rumbo y hoy lidera un proyecto de empoderamiento digital en siete estados brasileños, e incluso se reunió con el CEO de Microsoft, en Atlanta, y ofreció una charla a los empleados de esta multinacional.
Este es el tipo de cambio en el que Baggio insiste puede lograrse con un poco de educación y voluntad.