Costa Rica ya no es la socioeconomía del siglo pasado, donde la ciencia y tecnología eran marginales. Fue la primera nación latinoamericana en crear un Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt).
Es loable lo que se ha avanzado con tan pocos recursos con que cuenta el Ministerio para sus grandes funciones. Se requiere de mucha cooperación interinstitucional y privada.
En el último Estado de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, el Consejo Nacional de Rectores (Conare) afirma que uno de los grandes desafíos de Costa Rica para alcanzar mayor crecimiento es incrementar su productividad, convirtiendo a la ciencia y la tecnología en un motor de su desarrollo humano.
El país tiene el talento para hacerlo y el Micitt es una de sus palancas.
En la actual coyuntura, el Gobierno tiene dificultades para articular en el Micitt un equipo que tenga clara la visión y el liderazgo, en su misión con todos los actores nacionales para impulsar políticas públicas dentro de un contexto económico de crecimiento e innovación de los sectores de servicios, industrial y agropecuario.
Las telecomunicaciones, educación, investigación, infraestructura, logística, o la energía, agua, suelos, alimentos y biodiversidad –ante el cambio climático– requieren políticas y acciones vigorosas.
Como en la industria y los servicios, al sector agropecuario hay que sacarlo de su depresión, mejorando la tecnología y la investigación para ser más productivos, y generadores de más empleos y calidad de vida.
La ciencia y la tecnología tienen el potencial de alterar el estatus, las formas de vida y trabajo, los productos, servicios y mercados, como lo revelan la información y las telecomunicaciones.
Creo que el Micitt requiere de un economista líder, con experiencia política y comprensión del papel de la ciencia y la tecnología para el desarrollo del país.