Las causas de las sequías son complicadas y frecuentemente se relacionan más con las actividades humanas que con la precipitación misma. Esta es la conclusión a la que llega Ilan Kelman en un artículo ( http://mahb.stanford.edu/blog/when-is-drought-drought/ ) en el cual analiza el impacto del cambio climático y de patrones de precipitación en relación con la sobreutilización y mala gestión humana del recurso agua, cada vez más escaso.
Kelman toma de ejemplos las sequías que ocurren en California y en Taiwán. En California, las discusiones ponen énfasis en el uso industrial y agrícola del agua como la causa principal. Algunos analistas piensan que es el cambio climático y es posible que eventualmente se pueda demostrar su influencia.
Pero lo que Kelman señala es la pertinencia de tener en consideración las poderosas evidencias que muestran, de forma alarmante, cómo la sobreutilización del agua en un desierto puede efectivamente llevar a una sequía.
En Taiwán se está dando el racionamiento del agua a causa de una sequía asociada a la disminución en la precipitación y, debido al uso humano. Ese país tiene los reservorios del líquido por debajo de su capacidad. En este caso se reconoce que las fugas en el sistema de distribución, la sedimentación en los reservorios y el desperdicio inciden directamente en el problema.
El impacto tanto ambiental como humano y económico de las sequías es serio. Quizá la conclusión más interesante de este artículo es la pregunta del autor de si no sería mucho más útil e importante identificar los factores de vulnerabilidad, en vez de especular sobre el papel que pueda jugar el cambio climático en las sequías. El culpar al cambio climático no identifica las raíces del problema.
Nosotros podríamos hacernos esa misma pregunta, pensando en casos como las sequías en Guanacaste o los racionamientos de agua en el Valle Central para, sobre todo, actuar.