De regaños como “guarde el juguetico” (en referencia al celular), a frases como “saquen la tableta para iniciar la clase”. La tecnología dejó de ser distracción en las lecciones, para convertirse en asistente de los maestros al enseñar.
EF sondeó en sus redes sociales cuáles instituciones están reemplazando los cuadernos y libros de texto por computadoras y tabletas y una decena de nombres salieron a relucir.
Por ejemplo, en Lincoln School, 1.327 estudiantes tienen acceso individual a la tecnología como medio de aprendizaje. En primaria y secundaria, cada estudiante tiene una tableta, y en preescolar, hay una por cada dos niños. El proceso de repartición inició este año escolar, pero antes de ello, un equipo integrado por expertos en tecnología, padres de familia y profesores investigó por siete meses las mejores prácticas en implementaciones similares.
Otro ejemplo es el Pan-American School, donde en preescolar y primara hay centros de estudio con tres o más computadoras; y el otro año, se les adicionarán tres tabletas o más.
A partir de sexto grado, como ocurre también en el Country Day School (CDS), cada estudiante utiliza una computadora portátil en todas las materias.
En esos equipos, los estudiantes tienen acceso a recursos interactivos de práctica y libros digitales para matemática, inglés, español, historia y geografía.
De los 640 alumnos del Pan-American, solo 18 (de maternal), no reciben instrucción con equipo de cómputo. En el caso del CDS, un 42% de sus 860 estudiantes son los que utilizan equipos en el proceso de enseñanza.
“La visión analítica, a veces reduccionista, y el modelo de fabricación en serie le heredaron a la educación materias separadas: ciencias, matemática, lenguaje, estudios sociales... El mundo real no está dividido así”, explica Alegría Lores, directora general del Pan-American School.
Por eso, la computación no debería ser una materia, sino parte integral de la formación de los jóvenes para que desarrollen competencias en el manejo y búsqueda de información, la capacidad autodidacta y el pensamiento crítico, dice Jorge Villegas, director de desarrollo de Saint Jude.
Ahí, tienen un plan digital con un horizonte de implementación de tres años, a partir del 2012. En una primera etapa, 550 estudiantes –de quinto grado de la escuela hasta el último de colegio– integrarían la tecnología durante sus lecciones y poco a poco se llevará a los 550 alumnos restantes.
Costos conjuntos
En la mayoría de los casos, no ha sido una inversión unilateral por parte de los centros educativos.
En el caso del Lincoln, por ejemplo, el presupuesto mensual que deben pagar los padres de familia es de $19, monto que cubre la compra del aparato, mantenimiento de hardware y software , accesorios, como cubierta protectora, y seguro en caso de pérdida, robo o daño. El colegio pagará más de $1,5 millones los próximos tres años por el servicio hardware as a service .
En el caso del Pan-American, en educación temprana y primaria, la institución provee los equipos para los centros de aprendizaje y, en algunos proyectos colaborativos, se permite a los estudiantes que voluntariamente traigan otros aparatos. En secundaria, en cambio, se solicita a cada alumno traer su dispositivo.
Así, la cuota tecnológica en secundaria es inferior a la de primaria. “Nuestros objetivos educativos no están amarrados a una marca”, aclaran.
En el St. Jude, uno de los focos de resistencia a la incorporación tecnológica en las aulas ha sido precisamente el tema de los costos. “Pero estamos evaluando modelos de adquisición menos onerosos”, afirmó Villegas.
Un verdadero aliado
Una vez en las clases, lograr que la tecnología sea una verdadera aliada en la enseñanza no se consigue solo por la motivación y el interés que su uso genera en los estudiantes, ni por las reglas que los profesores imponen para su uso, sino también por una serie de controles que los centros educativos implementan.
“Contamos con sistemas de filtrado de contenido web que permiten bloquear el acceso a sitios que podrían convertirse en distracción para los estudiantes en horas lectivas”, explicó Jean Carlo Villalta, del departamento de tecnología de CDS.
En el Pan-American, todos los estudiantes que llevan su equipo firman un compromiso ( Acceptable Use Policy ) y en el Lincoln, no solo tienen una matriz de las mejores apps educativas para cada materia, sino que también controlan remotamente, en un servidor de la institución, las aplicaciones que se usan en las tabletas, dentro y fuera de la institución.
“Así logramos asegurarnos de que las tabletas serán herramientas educativas y no elementos distractores en las clases”, explica Chris Music, coordinador del comité tecnológica de los padres de familia de ese centro.
Otro de los retos por superar para que la tecnología sea un aliado del maestro es capacitarlo en su uso y aprovechamiento, que ha sido en algunos casos un foco de resistencia.
Así, la educación 2.0 es un reto en costos, dinámica e implementación, pero que cada vez gana más espacios en el aula.
Un aliado
Algunas de las ventajas que destacan los centros educativos de usar tecnología en la enseñanza:
Facilitador . Muchas de las tareas tradicionales que se realizan con lápiz y papel son más más interactivas, dinámicas y fáciles de manejar por medio de aplicaciones.
Acceso . Los estudiantes y profesores pueden acceder a lecciones, material didáctico, asignaciones, proyectos desde cualquier lugar con conexión a Internet
Ligero . Un bulto lleno de libros y cuadernos pesa entre 40 y 50 libras. Una tableta o una computadora, pesa menos de la décima parte. Además, al estar todos ellos en un solo lugar, se evita que algún estudiante deje algún libro o cuaderno olvidado.
Económico . Un libro de texto tradicional puede valer hasta ¢55.000 mientras que un e-text vale aproximadamente ¢7.000 y la descarga de una aplicación educativa puede ser gratis o costar menos de ¢10.000.
Ecológico . Se ahorra papel, contribuyendo así con la protección y cuidado del ambiente.
Fuente Entrevistados.