¿En quien confiar?

Para ser confiable no bastan las buenas intenciones ni la elocuencia. Hay un triángulo mágico entre la sinceridad, la credibilidad y la capacidad que dan como resultado la confianza.

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Hay muchas maneras en las que un líder puede perder la confianza, sea de pares o de su equipo de trabajo o de cualquier otro público interesado. Igualmente, por supuesto, pasa en la vida personal. Con todo esto de las escuchas, me imagino que por ejemplo Merkel habrá perdido la confianza en su gran socio, Obama, y así hay muchos ejemplos.

¿Por qué se confía en alguien? Hay muchas razones, pero tal vez se puedan clasificar bajo tres rubros, sin orden específico.

Una sería la sinceridad. Nunca sabemos si realmente la persona es sincera, pero siempre que tenemos un intercambio con alguien, nos construimos una percepción de su sinceridad. Difícil es confiar en alguien en cuya sinceridad no creemos. Es posiblemente el fenómeno que arrastra a miles de personas a desconfiar de la palabra de los políticos.

Cuando consideramos que alguien es sincero, falta comprobar que lo es. Da igual si tiene que ver con un te quiero, con una tarea escolar o con un proyecto de millones de dólares. Confiar es un acto de fé, con justificación o sin justificación. Independiente de si es alguien conocido o no, la visión retrospectiva nos lleva a corroborar la congruencia entre lo dicho y lo hecho, lo prometido y lo cumplido. O incluso, entre lo no hecho y no cumplido. Esta congruencia es la que lleva a la credibilidad, que es otro de los factores. La credibilidad se construye paso a paso, día a día y se puede perder de un solo golpe. La opacidad y el ocultamiento casi siempre tienen como consecuencia la pérdida de credibilidad y confianza. En esta era de internet y redes sociales, es difícil ocultar las cosas por mucho tiempo, siempre saldrán a flote. Y cuando alguien se entera de los hechos contrarios a los dichos, probablemente la confianza y credibilidad se desvanecen o al menos, por lo general, sufren un duro golpe.

Hay un tercer factor, que está entre la sinceridad y la credibilidad, es la capacidad o competencia de la persona. Puede que sinceramente prometa algo, pero no lo logra, por falta de capacidad, lo cual puede se debido a incompetencia personal o falta de recursos para lograrlo o de rigurosidad para llevar a cabo lo ofrecido. A veces la falta de recursos se traduce en una falla por incumplimiento de terceros (un tercero no confiable) y esas son tal vez las situaciones mas dífíciles para quien ha prometido algo sinceramente.

En nuestros países latinos, todo es mucho mas difuso. Tal vez la persona es sincera en sus intenciones, pero sin ninguna calibración de las posibilidades de cumplimiento o sin la disciplina para lograrlo. Peor aún, sin la preocupación por lograrlo en los términos ofrecidos. Muchas veces, se piensa que con la intención basta. Y va a ser que no. La credibilidad y la confianza no se construyen en base a buenas intenciones, sino en base a hechos, a cumplir de manera consistente lo que se ofrece. Considero que esto es igual para cualquier situación de intercambio humano en la vida. Es un tema de valores.

¿Y usted, a quien le cree?