Pensar y caminar

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“Solo puedo meditar cuando estoy caminando. Cuando me detengo, mi mente cesa de pensar, mi mente solo funciona con mis piernas” decía el pensador Jacques Rousseau. Rousseau explicó varias veces que su pensamiento se fundamentó en los miles de kilómetros que recorrió paseando y pensando, en una introspección solitaria que llegaría a ser célebre. De hecho, en su ciudad natal, Ginebra, hay varios senderos que buscan recrear los recorridos del filósofo.

Solvitur ambulando, dice la máxima en latina, lo puedes resolver caminando. Yo creo que si, que muchas cosas se pueden resolver caminando, es como si de pronto se le iluminara a uno la mente. Decía Heidegger en su poema A los Mortales Paciencia que “El camino es camino mientras se está en camino: el camino guía e ilumina, trae y dicta”. Caminar es una de las maneras que muchos utilizamos para aclarar la mente. Los fanáticos de Steve Jobs recordarán que muchas de sus reuniones importantes las hacía caminando. De acuerdo a ciertas crónicas, el filósofo griego Aristóteles, caminaba alrededor del Lycium Gymnasium en Atenas, mientras explicaba sus ideas a los seguidores que había reunido, actividad que realizó durante doce años. Estos seguidores eventualmente fueron llamados los peripatéticos, derivado de la palabra griega, Pateo,caminar.

Hay estudios que hablan de si uno se toma una caminata, por breve que sea, en exteriores, por unos cuantos minutos, se energiza y clarifica el pensamiento, pudiendo ser mas productivo a continuación. Caminar estimula la generación de endorfinas y lleva al cerebro con el oxígeno necesario para rendir mas. Claro está que a veces el lugar incide o tal vez el entorno o el clima. En mi caso, cuando trabajaba en Buenos Aires, estaba cerca de la magnífica Plaza San Martín, lo cual traté de aprovechar cada vez que pude. A mediodía, salía entre el bullicio enorme del centro a la hora de almuerzo, caminaba 25 mts y estaba en ese pulmón verde, que de inmediato me cambiaba de sintonía. Dar una pequeña vuelta por esa plaza llena de frondosos y grandes arboles, era una inyección para despejarme.

Caminar también cambia el estado de ánimo y puede aliviar emociones asociadas al stress tales como la ansiedad, la ira, la depresión, la agresividad y la tensión. En muchas grandes empresas hoy en día, hay senderos y jardines, que nadie utiliza mas que para ir de una oficina a otra. Son un lugar óptimo para aprovechar para despejar un ratito cada 90 minutos dicen los expertos. Yo diría que al menos una vez a la mañana y una vez a la tarde. También podrían ser un buen método para tener reuniones de 2 a 4 personas, aquellas para las cuales no se necesitan computadores ni pizarras, sino el intercambio de ideas e impresiones.

Caminar, no solo para hacer ejercicio y ayudarle al corazón, sino también a la razón. Caminar para adquirir sosiego, para calmarse, para tomar distancia y adquirir perspectiva. Caminar muchas veces implica una conversación consigo mismo, un sacar el tiempo de todo y todos los que nos rodean para hablar en solitario. Cervantes decía que “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”.

En inglés hay una frase que dice “walk the talk” o “sea camine lo que dice”, que se puede interpretar como pasar del dicho al hecho o que los hechos hablan mas que las palabras. A mi en lo particular me gusta mucho y la utilizo con frecuencia, tal vez porque me refiere a una imagen muy clara, “walk the walk and talk the talk”. Cuando uno dice “Camine” hay una clara connotación de tomar acción, “venga y camine”, es decir no se quede ahí parado. No se quede ahí con solo las palabras. Tal vez también se podría pensar, no se quede ahí con solo el ofuscamiento. Camine para que se le aclare la mente.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar, decía el poeta Antonio Machado, famosamente recreado por Joan Manuel Serrat ahora en compañía de Joaquín Sabina