Pobrecita Doña Laura Chinchilla: la culpa es de los demás

Pareciera ser que la primera lealtad de la Mandataria Chinchilla es consigo misma, no con el pueblo costarricense. Un análisis desde el ángulo del liderazgo y manejo de crisis.

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Con estupor escuché el mensaje de la Presidenta de Costa Rica sobre el caos de viajar “de cortesía” en el avión privado de una persona con vínculos al narcotráfico.

Con estupor, porque se lavó las manos y además se victimizó. Porque no puso la cara, como debe ponerla cualquier líder ante una crisis, mas aún una en la que fue partícipe directa. Porque pone como extraordinaria solución el anunciar la renuncia de sus colaboradores mas cercanos, porque no la cuidaron, aunque sí reconoce que eran muy leales. ¿Perdón…?

Me parece vergonzoso, ya no el escándalo, el cual escapa cualquier calificativo, sino la falta de pudor al hacer una cadena nacional para salir con una historia de tan elemental contenido. Se le olvidó a la Presidenta Chinchilla que primero toca asumir la responsabilidad y seguidamente, buscar una manera de empezar a reconstruir confianza. Se le olvidó. No se puede enfrentar una crisis, teniendo tan poco capital político, de una manera tan superficial y vana. Pareciera ser que la primera lealtad de la Mandataria Chinchilla es consigo misma, no con el pueblo costarricense. “Firme y honesta”, “creo” que era su autodescripción cuando estuvo en campaña. Tengo que buscar en el diccionario de la RAE, a ver si en los últimos meses ha cambiado el significado de esas palabras, porque desde luego lo de ayer no lo refleja.

No se trataba de un producto que salió dañado, como en el famoso clásico del Tylenol envenenado, en el que el Chairman de Johnson &Johnson puso la cara, puso las soluciones y salió adelante. No, no le echó la culpa a las farmacias donde el maniático envenenó las pastillas, ni tampoco a que a nadie se le había ocurrido que había que producir envases con cierres que evitaran que un maniático envenenara el contenido. Aún así, salvó la situación, poniendo la cara y asumiendo la responsabilidad. Esto es algo mucho mas serio, es la reputación de un país, que se arriesga por un viajecito en avión privado, de cortesía de parte de una empresa desconocida.

No es grato ni es bonito, asumir las culpas como una parte esencial del liderazgo, pero es imperativo para poder tener credibilidad. Se trata de una Jefe de Estado cuya especialidad es precisamente seguridad, cuya experiencia es en ese rubro. Pero digamos que no tenía idea, que ella es como el expresidente checo Vaclav Havel que venía del teatro. Aún así, es indigno salir a señalar cabezas, victimizarse por haber sido "des-cuidada" y enorgullecerse de dimisiones como manera de justificar semejante falta de criterio personal y de cuidado con las responsabilidades que conlleva su cargo. Faltó humildad en la Presidenta. Faltó pedir una disculpa o muchas, con semejante cadena de horrores y errores. Faltó tanto, tanto.

De liderazgo, cero. En manejo de crisis, cero. De muchas otras cosas, cero.

Ericka James define cinco competencias de liderazgo para el manejo de crisis:

  1. La construcción de un ambiente de confianza
  2. La reforma de la mentalidad de la organización
  3. Identificar las vulnerabilidades obvias y también las oscuras de la organización
  4. Tomar decisiones acertadas y rápidas, así como la adopción de medidas valientes
  5. Aprender de la crisis para efectuar el cambio.
“Missing in Action”. Ausentes en todo este proceso y en otros cuantos mas. No. "Pobrecita Doña Laura. No la cuidaron, no la protegieron, ella se montó a ciegas en el avión. La culpa es de los demás." ¡Inaudito!

Recuerdo mientras escribo esto, diversas crisis políticas del Japón y como por mucho menos que lo acontecido, los Primeros Ministros renuncian. Por honor.