Chifrijo fiscal

El arroz de las transferencias, los frijoles de la evasión, los chicharrones de las remuneraciones, la cebolla de quienes lloran con los recortes de gastos...

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Un manjar económico que se sirve en la ancha y honda taza del Estado…

Primero el arroz de las transferencias a las universidades públicas. Grano entero (largo, grueso y enriquecido con vitaminas para que sustente y nadie quede con apetito). Bien cocido (para que los comensales lo consuman sin dificultad). Sal en su punto (sin el insípido sabor de la eficiencia en el gasto). Suelto (las masas solo para lanzarlas a las calles para defender privilegios).

Después los frijoles de la evasión. Negros, cafés, cubaces… (para todos los gustos). Sin vainas (mucho menos las de Tributación Directa). Libres de tierra y gorgojos (importante aparentar limpieza). Con caldo (ideal para esconder portillos bajo la superficie). Que hiervan (cruda solo la realidad).

Luego el ingrediente estrella: los chicharrones de las remuneraciones a la planilla estatal. De concha (a algunos les sobra). De carne (grasosos de privilegios). Bien cocidos (para evitar las indigestiones de las calificadoras de riesgo). Bañados en limón (para fingir que no le caen pesados a las finanzas públicas).

Agregue la cebolla de quienes lloran con los recortes presupuestarios. Cruda (frita o hervida no provoca lágrimas en las conferencias de prensa). Bien picada (para que el llanto rinda en las comparecencias ante los diputados). Blanca o morada (o el color de la inconsciencia).

No olvide el tomate de aquellos que se oponen a discutir sobre gastos e impuestos. Jugoso (como algunos beneficios para unos cuantos). Sabroso (como ser un trabajador inamovible). Bien rojo (algún sonrojo tiene que haber). Consistente (al menos que haya consistencia en esta hortaliza).

Acompáñelo con las tortillas de la posposición de las soluciones. De harina (como se le llama popularmente al dinero). Partidas (las que se inflan en el presupuesto). Tostadas (llegará el momento en que algo se quiebre y cruja)…

Todo un manjar. El problema es el colesterol fiscal, la gastritis financiera, la colitis económica, el sobrepeso de la deuda.