¿Con factura o sin factura?

Un episodio teológico-fiscal que ocurrió hace ocho años...

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¿A quién no le han hecho esta pregunta? Esta mañana recordé, motivado por el tema del déficit fiscal y los proyectos tributarios del Gobierno, un episodio teológico-fiscal que ocurrió hace unos ocho años y en el cual me plantearon esa habitual interrogante.

Tuvo lugar en un pequeño hotel de La Fortuna de San Carlos, de cuyo nombre no logro acordarme, en el cual disfruté de tres días de vacaciones en compañía de unos familiares.

Cada día que pasé en ese lugar me llamó la atención la abundante cantidad de rótulos con textos bíblicos. Los encontraba en los pasillos, las habitaciones, el comedor, la recepción, los baños. Aquel sitio parecía más una iglesia que un negocio de hospedaje.

Reconozco que las leyendas no me molestaron. Más bien me detenía ante cada una de ellas y las leía; algunas me recordaron la casa de mi abuela "Tillita", en Atenas de Alajuela, un cálido rincón de madera cuyas paredes estaban decoradas con versículos de la Biblia. Recuerdo en especial uno que decía "Más noble cosa es dar que recibir", Hechos 20:35.

Sin embargo, había en aquel hotel un texto que me llamó más la atención, no solo por lo que decía sino también por el lugar donde estaba ubicado: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", Marcos 12:17; se encontraba en la recepción, cerca de la caja registradora. En efecto, ese texto con el cual Jesús contestó una consulta capciosa de los herodianos y fariseos sobre el pago de tributos lucía a corta distancia del espacio donde los huéspedes cancelaban sus cuentas.

Lo curioso del caso es que el día que llegué a pagar mi cuenta, el empleado que manejaba la caja me preguntó "¿Con factura o sin factura?" De inmediato y de manera automática dirigí mi mirada hacia el rótulo; el funcionario hizo lo mismo, hubo unos segundos de silencio que rompí con la pregunta: "¿Con quién quedo en deuda en caso de que pague sin factura: con Dios o con el César?" La respuesta no se hizo esperar: me prepararon el comprobante de pago.

Comparto esta anécdota en tiempos de déficit fiscal en los que nos quejamos de que el Estado no sabe cobrar los impuestos; así, sin reflexiones (que no hacen falta) ni moralejas (que no me gustan). Que cada quien saque sus propias conclusiones...