Dice el Diablo... (pero no le creo)

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Dice el Diablo que él no está participando en política, que está alejado del fuego electoral, los demonios de las candidaturas, las tentaciones del poder...

Asegura que en esta campaña electoral no está practicando las pecaminosas artes de la seducción, la persuasión, la sugestión, la insinuación, la manipulación.

Es más, afirma estar comportándose como todo un santo, un cristiano a carta cabal, una especie de discípulo, un apóstol de la transparencia y la honestidad. Un verdadero ángel.

Tan cambiando está que ahora se llama arcángel, en lugar de Lucifer; querubín, en vez de Belzebú; serafín, en reemplazo de Satanás, y mártir, en sustitución de Pisuicas.

Antes se disfrazaba de Santo Patrono., Ahora se presenta como el patrono santo.

Sostiene que atrás quedaron los siete pecados capitales que por poco lo llevaron al juicio final: lujuria presidencial, gula estatal, avaricia legislativa, pereza ministerial, ira populista, envidia demagógica, soberbia democrática.

Dice el Diablo que él no está participando en política, pero no le creo. Lo delatan el olor a azufre, los cielorasos rayados por los cuernos, las marcas de su tridente y ese clima de Divina Comedia que lo rodea hoy día.