¿El intocable?

Tengo la impresión de que hay un grupo de costarricenses organizados en las redes sociales para atacar a quien cometa la "herejía" de ejercer el sano y sagrado derecho ciudadano de criticar al actual presidente de la República

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Tengo aquella imagen de los años sesenta, en San Ramón de Alajuela, bien grabada en mi memoria. La recuerdo como si hubiera ocurrido anoche: mi padre sentado frente a un pequeño televisor Sylvania, en blanco y negro, viendo una de sus series favoritas: "Los intocables", estrenada en los Estados Unidos entre 1959 y 1963 por la cadena American Broadcasting Company.

Mi tata no se perdía ningún episodio de aquella producción donde abundaban los disparos, persecuciones, sobornos, contrabandos y arrestos. No podía ser de otra manera, ya que se basaba en el libro escrito por Eliot Ness y Oscar Fraley, el cual recoge algunas de las experiencias vividas por el primero de ambos autores.

Ness fue agente federal durante la ley Seca, legislación que fue ratificada en 1919; un año después se prohibió en EE. UU. la fabricación, comercio, transporte, importación y exportación de licores intoxicantes para ser usados como bebida. Afortunadamente, esa enmienda constitucional —mojigata y puritana— fue derogada en 1933, sin embargo mientras estuvo vigente provocó el auge del crimen organizado... ¿le dice algo el nombre Al Capone?

El equipo conformado por Eliot Ness para enfrentar a las mafias en esa convulsa época eran agentes seleccionados por su valor e incorruptibilidad. Fueron apodados "Los intocables".

Posteriormente, esa serie fue llevada al cine en 1987 bajo la dirección de Brian de Palma y la actuación estelar de Kevin Costner (Eliot Ness), Sean Connery, Andy García, Charles Martin Smith y Robert de Niro (Al Capone).

El título "Los intocables" (alusión positiva a un escuadrón rigurosamente protegido por razones de seguridad) surge de manera negativa en mi mente cada vez que en Costa Rica trasciende que un individuo o algún grupo de personas se creen intocables (por otras razones, claro está); es decir, inmunesy sagradas.

¿Qué me llevó a escribir sobre este tema? El hecho de que esta mañana compartí en mi perfil de Facebook una breve nota relacionada con este asunto, la cual generó diversas reacciones: confirmaciones, preguntas y chistes; incluso, algunos de mis amigos en esa red social me han escrito en privado para afirmar que conocen casos concretos de personas al servicio de algunos "intocables" en las redes sociales.

Lo confieso: mi nota de esta mañana aludía a la impresión que tengo hace rato de que en nuestro país hay un grupo de gente organizada en las redes sociales para atacar de inmediato y como manada de hienas a quien cometa la "osadía", "herejía", "irrespeto" e "irreverencia" de ejercer el sano y sagrado derecho ciudadano de discrepar, disentir, cuestionar o poner en duda con respeto, evidencias serias y hasta una dosis de humor las palabras, decisiones y obras del actual presidente de la República.

Me refiero a personas que en años anteriores han lanzado los dardos de la crítica —muchos de ellos razonables; yo mismo arrojé algunos como periodista y ciudadano— contra las administraciones Calderón Fournier, Figueres Olsen, Rodríguez Echeverría, Pacheco de la Espriella, Arias Sánchez y Chinchilla Miranda, pero como que de la noche a la mañana se tornaron sensibles, susceptibles, de epidermis sensible y corazón blando, por lo que no soportan para nada que se ponga en entredicho cualquier acción o discurso de don Luis Guillermo Solís.

¿Es que acaso vivimos en un país donde los gobernantes —quienes quiera que sean y del partido que sean— son intocables, incuestionables, infalibles?

Si por la víspera de saca el día, estamos a las puertas de una campaña electoral en la que las hienas de las redes sociales (muchas de ellas ocultas tras una falsa identidad) se ensañarán contra quienes critiquen a "El intocable". Claro, sin duda surgirán además candidatos "intocables" (tengo en mente a uno de ellos: populista, demagogo y adicto a intimidar con demandas judiciales) con sus respectivas manadas de depredadores.

Es una verdadera lástima el daño que le estamos haciendo a Costa Rica satanizando y abaratando el debate, la discusión, la polémica, la deliberación, el disentimiento tan necesarios y urgentes para nuestra democracia.

Lamentablemente las nuevas generaciones recordarán cuando lleguen a adultos a los "intocables" actuales. Yo, al menos, tengo la dicha de recordar a mi padre viendo por televisión una de sus series predilectas en los años sesenta, aquella que se refería a otro tipo de "intocables".