El TRUMPetista de Hamelín

Este músico político desafina, desentona, desconcierta, no promueve la armonía, tampoco compone ni hace arreglos, no aprecia los bemoles y es adicto a los solos

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No se confunda. No es que el flautista que protagoniza el famoso cuento que los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm publicaron en 1816, haya cambiado por una trompeta el instrumento que le ayudó a eliminar una plaga de ratas que invadió el pueblo alemán de Hamelín el 26 de junio de 1284.

Se trata de dos personajes diferentes: el Flautista de Hamelín, del país de la cerveza y las salchichas, y el TRUMPetista de Hamelín, de la nación de las hamburguesas y la Coca Cola.

La historia del primero de ellos —hijo de la ficción— es harto conocida, por lo que no hace falta contarla de nuevo; así que vamos a concentrarnos en el personaje más reciente —retoño de la realidad—, nacido el 14 de junio de 1946.

Contrario al flautista, el TRUMPetista desafina, desentona, desconcierta, no promueve la armonía, tampoco compone ni hace arreglos, no aprecia los bemoles, es adicto a los solos, desconoce la sintonía, continuamente falla en la interpretación, no lleva el ritmo, le gustan los falsetes, lo vuelve loco improvisar.

Asimismo, no maneja la batuta presidencial con elegancia, sabiduría y prudencia, se aparta de la partitura de la negociación, va increscendo el descontento mundial con él, mantiene los escándalos en sostenido, es torpe y atolondrado con los movimientos, prefiere las oberturas a las aperturas, no escala: pisotea, y no muestra interés por el contrapunto ni la correcta administración de los tiempos.

Como si fuera poco: es mala nota. Do(minante), Re(pesado), Mi(serable), Fa(lso), Sol(o vale su opinión), La(metida de "patas" es frecuente), Si(Putin hablara...).

En el pentagrama del TRUMPetista solo hay silencios para la prensa, más situaciones confusas que semifusas, le gusta expresarse en Clave de Sol(o su país cuenta), Clave de Fa(milias de inmigrantes divididas) y Clave de DO(rmir el sueño de los justos ante la amenaza del cambio climático).

TRUMPetista no sabe nada de Pianissimo (muy suave), Piano (suave), Mezzo piano (medio suave) ni del Mezzo forte (medio fuerte), pero sí es un amplio conocedor del Forte (fuerte) y el Fortissimo (muy fuerte). Está convencido que estos dos últimos grados de intensidad del sonido es lo que quiere la humanidad.

En resumen, el TRUMPetista de Hamelín no aleja ni elimina las plagas sino que las crea, atrae, fomenta. Todo un experto en orquestar conflictos, temores, amenazas, incertidumbres.