En Frigia, rey Midas; en Costa Rica, rey Sadim

En este país la magia de Midas funciona a la inversa: todo lo que toca se devalúa, pierde brillo, se abarata

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En Frigia (antigua región de Asia Menor, hoy Turquía) era conocido como el rey Midas; en Costa Rica se llama Sadim (así, al revés). Le explico porqué...

Me remito, en primer lugar, a la mitología griega.

Cierto día, Midas encontró borracho a Sileno —dios menor de la embriaguez— y lo trató con consideración, respeto y grandes honores, además de que lo ayudó a incorporarse al séquito de Dionisio —dios del vino—.

Dionisio, agradecido, le concedió a Midas su mayor deseo: que todo lo que tocara se transformara en oro.

Todo marchó bien al principio, pero los problemas surgieron en cuanto el monarca frigio sintió apetito y quiso comer, y tuvo sed y deseó beber: los alimentos y las bebidas se transformaron de inmediato en el preciado metal.

Convencido de que no todo lo que brilla puede bajar por la garganta, aquel soberano le rogó a Dionisio que le quitara dicha facultad. El dios accedió, pero le ordenó a Midas lavarse la cara y las manos en el río Pactolo, caudal que desde entonces arrastra arenas de oro.

¿Y cuál es la razón por la que en Costa Rica se llama Sadim?

La respuesta es sencilla: porque en este país la magia de Midas funciona a la inversa; lamentablemente, todo lo que toca se devalúa, pierde brillo, se abarata.

Sí, tocó nuestra educación —que era de oro— y la desvalorizó; palpó la infraestructura —que era de altos quilates— y la depreció; metió mano en la clase política —que brillaba en logros— y la opacó; manoseó el respeto a las ideas, las posiciones en torno a los temas y el estilo de vida de cada quien —que era abundante en nuestra corteza social— y lo convirtió en un elemento químico sumamente escaso; palmeó el sistema de seguro social —que era una mina— y lo devaluó; abrazó los ríos de la GAM —que emitían destellos— y los trocó en basura.

Es decir, en Costa Rica no conocemos a Midas pero sí a Sadim, y no es uno, sino muchos...